_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

TSJC

La culpa fue de la víctima. La víctima, que recibió 70 puñaladas en cabeza, tronco y brazos, sin que mediara ensañamiento alguno por parte de su ¿debo decir benefactor?, ¿mecenas?, ¿tutor?, ¿admirador? Pues ya que nos encontramos en pleno manejo perverso del lenguaje para esconder el acendrado fervor por la injusticia de algunos, muchos, demasiados justos (cada vez más: ¿qué nos está ocurriendo?), nada me impide considerar al hombre que mató a la amiga de su mujer como alguien que le profesaba un profundo respeto, una obsecuencia sin límites. Tenemos la prueba irrefutable: no se ensañó.Y, sin embargo, el diccionario de uso del español actual Clave es categórico al respecto, al poner como ejemplo de ensañamiento la siguiente frase: "Las 15 puñaladas que aparecieron en el cuerpo de la víctima probaban el ensañamiento del asesino". Sin duda, los doctos autores del Clave cometieron la ingenuidad de no examinar los órganos de la víctima do fueron asestadas las cuchilladas.

Ateniéndonos a la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), que rebaja la pena del condenado porque "las múltiples cuchilladas no son suficiente manifestación de un ánimo perverso y calculado para aumentar el sufrimiento", cabe deducir que la culpa, como he dicho, fue de la víctima: por haberse dejado apuñalar desde el principio en órganos vitales y yacer agonizante, quizá en posición tan desconsiderada que no permitió al agresor ensañarse convenientemente y rebanarle la matriz y comerse a continuación los ovarios, lo que tal vez (pero sólo tal vez) habría agravado algo más el delito y permitido a los justos del TSJC dictar justa sentencia.

¿Qué nos está pasando? Deberíamos salir a la calle, a gritar nuestra indignación. Las mujeres, pero también los hombres, los niños. Y los jueces. Sobre todo, los jueces.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_