Un juez deja en libertad al exhibicionista de Tarongers

La Policía detuvo el martes al exhibicionista que desde el mes de julio había asustado a una treintena de alumnas del campus universitario de Tarongers en Valencia, enseñándoles los genitales y masturbándose delante de ellas. El detenido, Enrique P. A., un hombre de 30 años que no tiene ninguna relación con el centro universitario y que ya había sido detenido e ingresado en prisión por hechos similares, confesó que había enseñado sus genitales a las alumnas. La Policía le acusaba de un supuesto delito de agresiones sexuales por masturbarse ante ellas. El titular del juzgado de Instrucción número 17 de Valencia decidió ayer dejarlo en libertad tras tomarle declaración. Un portavoz oficial de la Policía reconoce que el detenido no tiene nada que ver con el suceso que más alarma ha causado en el campus de Tarongers: la agresión sexual en grado de tentativa que sufrió una alumna el pasado 18 de enero en los lavabos de la quinta planta del aulario norte de la Facultad de Derecho. La llegada de otra alumna impidió que la agresión se consumara. La Policía sigue buscando a este agresor, un hombre muy alto que actuó con pasamontañas, guantes y gafas de sol. El decano, Joan Carles Carbonell, comentaba ayer que hasta que se produjo este incidente no consideraron necesario intervenir porque sólo se habían producido actos de exhibicionismo. "Pero este intento de agresión sexual nos pareció muy grave, por lo que los decanos decidimos dar a conocer los hechos, aumentar la vigilancia y pedir precaución a los alumnos", dice Carbonell. El decano confía en que este agresor sea detenido en breve y que "todos se tranquilicen y desaparezca el clima de alarma". Con respecto al exhibicionista, ha reconocido que a mediados de julio empezó a merodear por el campus. Asustaba a las chicas cuando estaban solas en las aulas, sobre el mediodía. Eso sí, matizó que lo único que hacía era enseñarles los genitales. La Policía sostiene que en alguna ocasión intentó retener por la fuerza a alguna joven "cogiéndola fuertemente por el brazo", pero lograron escapar. Aunque en dos ocasiones fue sorprendido y perseguido por los vigilantes privados, pudo burlarles porque se conocía los pasillos y accesos como la palma de su mano.