CDC propone a los cargos del PI que dejen el partido y se integren en las listas de CiU
El partido de Jordi Pujol ha lanzado una OPA sobre el de Àngel Colom. Dirigentes cualificados de Convergència Democràtica han ofrecido a los principales cargos públicos del Partit per la Independència que disuelvan esta formación y se incorporen a las candidaturas municipales y autonómicas de la coalición CiU. Con esta oferta, Convergència persigue un doble objetivo que en apariencia -pero sólo en apariencia- podría antojarse contradictorio: conquistar una porción del coto electoral independentista y, de paso, allanarle el camino a la también independentista Esquerra Republicana, que se libraría así de la competencia del PI. Pujol pretende el apoyo de ERC en la próxima legislatura.
Esta oferta de absorción política fue formulada por altos dirigentes de Convergència (CDC) a distintos miembros del PI, siempre de forma individual, a lo largo de las últimas semanas de noviembre y las primeras de diciembre, según han confirmado a este periódico fuentes de ambas partes. La propuesta convergente abarca a la práctica totalidad de los dirigentes del PI, un minúsculo partido escindido de ERC en 1996 cuyas perspectivas de supervivencia electoral son muy inciertas, a juzgar por las encuestas publicadas hasta ahora. Convergència ofrece al presidente del PI, el diputado autonómico Àngel Colom, un lugar de segura elección en la candidatura de CiU por Barcelona para las próximas elecciones autonómicas. Un puesto similar, pero en la lista de Lleida, sería para el también diputado independentista Benet Tugues. A Salvador Morera, otro de los cuatro hombres que el PI tiene actualmente en el Parlament, le ofrecen un puesto en la candidatura de CiU al Ayuntamiento de Vic y un cargo de cierta relevancia en la Asociación Catalana de Municipios, el lobby de los ayuntamientos gobernados por los nacionalistas. Agustí Soler, concejal del PI en el Ayuntamiento de Barcelona, fue sondeado por un destacado miembro del grupo municipal de CiU sobre su disponibilidad para integrarse en la candidatura nacionalista. Sobre la cara más conocida del PI, Pilar Rahola, diputada en el Congreso y teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, hay versiones contradictorias. Fuentes nacionalistas aseguran que Rahola es la única dirigente del PI a la que no se le ha ofrecido nada. Estos medios consideran que la diputada -que en su día se formó, creció y cobró proyección política bajo el patrocinio mediático y económico de la órbita convergente- ha traicionado a sus antiguos mentores intentando acercar el PI al campo de influencia del socialista Pasqual Maragall, máximo rival de Pujol. Fuentes de la dirección del PI, sin embargo, sostienen que Rahola también ha sido tanteada por los convergentes. Y por partida doble: desde el grupo de CiU en el Congreso y desde el mismo Gobierno catalán. El portavoz oficial del PI, Albert Roig, confirmó ayer la existencia de la OPA de Convergència, pero aseguró que su partido la ha rechazado de plano. "Les hemos dado calabazas y vamos a competir directamente con CiU por el espacio nacionalista", declaró Roig, quien admitió que él mismo también fue sondeado. Trasvase de juventudes Quienes sí han aceptado ya la oferta convergente son el exlíder de las juventudes del PI Ismael González y tres compañeros suyos, que se pasaron a las filas de la rama juvenil de CDC a finales de noviembre de 1998. Con esta operación, Convergència persigue dos objetivos. Por una parte, pescar votos en los caladeros electorales independentistas. Los estrategas convergentes se proponen compensar un eventual tirón de Maragall en las áreas urbanas arrebatándoles a los independentistas tres diputados en las comarcas de Tarragona, Lleida y Girona. Por otra parte, la desaparición del PI permitiría que ERC se presentase como el único partido independentista, lo que le ayudaría a consolidar su espacio político tras la escisión de 1996. Pujol aspira a que las urnas autonómicas dibujen un equilibrio parlamentario que le permita mantenerse al frente del Gobierno catalán apoyándose indistintamente en el PP y en ERC. Para eso, necesita que Esquerra consiga una decena de diputados; es decir, tres menos de los que logró en 1995.
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