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Las ciudades sólo son para los hombres

Avenida de Eusebio Sempere, calle del General Lacy, plaza de Gabriel Miró, paseo de Federico Soto. Son nombres de vías alicantinas y todas tienen algo en común: honran la memoria de ilustres varones. La nomenclatura viaria del resto de ciudades de España responde al mismo patrón y es un síntoma de que las urbes nunca han contado con las mujeres. Expertas en urbanismo que han participado en el ciclo de conferencias Paisaje urbano, paisaje humano, organizado por la CAM, expusieron sus propuestas para hacer más humanas las ciudades a partir de nuevas ideas surgidas de la integración social de las mujeres. "Nosotras trabajamos a partir de los acuerdos surgidos entre arquitectos, sociólogos, técnicos municipales, políticos y mujeres como usuarias de las ciudades", exponen la arquitecta Anna Bofill y la socióloga Rosa María Dumenjo. Ambas pertenecen a la Fundació Maria Aurèlia Capmany, nacida hace seis años en Cataluña para consensuar el diseño de las ciudades con las necesidades sociales de las mujeres y estudiar el impacto de las nuevas tecnologías en su vida cotidiana. Bofill y Dumenjó han llegado a la conclusión de que las ciudades están diseñadas para los hombres y responden a patrones sociales anticuados. A saber: las viviendas se alzan en zonas residenciales o barrios dormitorio, se enfocan a familias nucleares en las que el varón se desplaza todos los días al corazón de la ciudad -donde se hallan los centros de trabajo- a ganarse el pan y vuelve por las noches. Al aparecer el hombre como motor de la economía doméstica, el transporte público y la ciudad se adaptan a sus necesidades, lo que explica que las zonas periféricas estén mejor conectadas con el centro que entre sí. Todo ello obedece, según Bofill, a que los desplazamientos en las ciudades siempre se han concebido de forma unidireccional -de casa al trabajo y del trabajo a casa- y no se ha tenido en cuenta "el movimiento poliédrico de las mujeres". Según la arquitecta, la mujer, ya plenamente incorporada al mundo laboral, debe además ocuparse de otras tareas como comprar y recoger a los hijos en la guardería, circunstancia que no suele contemplarse. Las ciudades serán más humanas cuanto más se ajusten a la vida, vienen a decir las teorías de Bofill y Dumenjó. El actual modelo, que divide las ciudades en zonas de trabajo, comerciales, de ocio, de residencia, de estudio, etc., "es contrario a la vida, porque la vida es integradora y las ciudades crean una segregación social", sostiene Bofill.

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