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Entrevista:JULIO FLORPERIODISTA Y ESCRITOR

"La mayoría de las víctimas de la violencia está dispuesta a perdonar"

Un día de 1997, la Dirección de Derechos Humanos del Departamento de Justicia le encargó al periodista Julio Flor que elaborara un estudio sobre la violencia callejera que asolaba Euskadi. El resultado es un título Padre nuestro que estás en Euskadi. Mucho más que un libro, es la narración dolorosa, y sin embargo esperanzada, de 38 personas que han padecido amenazas, los puños o la mezcla explosiva de gasolina, ácido sulfúrico y potasio por parte de jóvenes encapuchados. Fue tanto el terror que alguna de las víctimas pensó que era mejor la paz del cementerio a seguir sufriendo, y así se lo contó a Julio Flor. El periodista confía en que su trabajo sirva para que "los episodios cotidianos de violencia callejera que parecen escritos sobre las olas no sean arrastrados por la marea". Es un libro para que nadie olvide. Para que no haya necesidad de más héroes anónimos. Pregunta. ¿Por qué el título de Padre Nuestro que estás en Euskadi? Respuesta. Porque en este país hemos rezado de una manera profana y católica por el final de la violencia, por reconducir el futuro en términos de reconciliación en el que nadie sea machacado por decir lo que piensa. Creo que el asesinato político no tiene retorno y que es cuestión de un par de meses que la kale borroka desaparezca. El proceso de paz en el que ha entrado la sociedad vasca no tiene vuelta. Me gustaría que el libro sirviera para no olvidar, pero también para que no se repita el sufrimiento. Pero es algo más, modestamente. Tiene algo que es conocimiento humano, hay dolor, solidaridad, poesía y espanto. En el libro está la gente que me pidió que no contara que soñaba que venían y le mataban. Hay un conocimiento humano que puede alcanzarnos a las víctimas de todas las violencias. Cuando entramos en el corazón humano que sufre hasta ese nivel, que se siente morir pero sigue para adelante, nos encontramos con el hombre, con lo que somos por dentro y esa es una de las posesiones del libro. Además, yo tengo una aspiración, y es que los jóvenes que en esas tardes de fuego han medio incendiado el país también lean el libro, aunque no sea ahora. P. Todas las personas que usted ha entrevistado han sobrevivido a la violencia. ¿Han podido perdonar a sus agresores? R. Esa es una de las cosas que más me han impresionado, porque una de las cosas extraordinarias del libro es que la inmensa mayoría de las 38 personas que ha sufrido la violencia no odia y alguno hace un esfuerzo por no odiar. Todas estas personas que han estado al borde de la muerte o han sido agredidas y amenazas están dispuestos a perdonar. Y eso es una gran lección. P. Ellos, que han sufrido en su propia piel la violencia, pueden perdonar, ¿cree que es imprescindible para la reconciliación social que los terroristas pidan perdón a sus víctimas? R. Yo no soy de los que piensan que es necesario el perdón. Muchos de los que han padecido el conflicto dicen que no quieren olvidar y me parece bien, no se ha de olvidar porque la verdad ha de servir como testigo y como advertencia. Pero, políticamente, no entiendo que no se perdone. ¿Por qué va ser necesario que pidan perdón? Si se produce, estará bien pero como un hecho de voluntad, no como una exigencia. Queremos quemar etapas a toda velocidad y no puede ser. Es probable que algún día tenga que hacerse una comisión de la verdad para cerrar definitivamente las heridas, pero no creo que pidiendo perdón se cierren antes. Uno no se acuesta siendo un hombre malo y se levanta siendo bueno, es necesario una evolución. Finalmente, creo que todos tenemos algo de responsabilidad porque no nos hemos implicado en la lucha por la paz y por la libertad. Y, desde luego, los partidos políticos no han estado a la altura de las circunstancias. Aunque, está claro que algunos tienen más responsabilidad que otros. P. En el libro se recoge una frase del Nobel Romain Rolland que asegura que un héroe es aquel que hace lo que puede. A veces se acusa a los vascos de no hacer lo suficiente, de no ser suficientemente contundentes con la violencia. ¿Cree que hay muchos héroes anónimos? R. Estoy convencido. Hay muchos héroes anónimos que, a pesar del miedo, de las angustias y de saber lo que se jugaban, estaban ahí, en la calle, en las manifestaciones. Creo que el MLNV no han podido soportar todo ese empuje y ese rechazo popular a la violencia. Sabían que algo se había quebrado por dentro. Y Lizarra ha sido sobre todo eso: poner un escenario a alguien que quiere hacer la escenificación de una obra, la obra de la tregua porque no pueden aguantar más. P. ¿Piensa que la decisión de tregua de ETA es irreversible? R. Yo sí. El Pacto de Lizarra ha estado suscrito por partidos políticos distintos y por diversidad de grupos pacifistas y sindicales. Además, en la reciente manifestación a favor del acercamiento de los presos a las cárceles vascas estuvieron miles y miles de ciudadanos con ideologías muy diferentes. Y estoy seguro que mucha de la gente que había pedido a ETA que no asesinara a Miguel Angel Blanco estaba también pidiendo el acercamiento de los presos a las cárceles de Euskadi. Y eso no puede ser baldío. El proceso de fidelidad y respeto profundo a los derechos humanos está claro y ha servido para legitimar al pueblo vasco y, desde luego, ETA lo sabe bien.

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