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Querida y respetada

CARLOS COLÓN ¿Respetada? Creo que sí, y además por quienes la votaron y por quienes no lo hicieron. ¿Querida? Es lo más difícil de obtenerse y de medirse. Del cariño se puede decir lo que Ortega dijo de la cultura: es una tabla que impide que nos hundamos en las profundidades de la vida; pero puede ser también una jungla tropical que nos asfixie. El respeto es un sentimiento preciso y objetivo, que se gana sin necesidad de recurrir a las peligrosas artes de la seducción: carece de zonas de sombra, porque es lo opuesto al miedo y lo distinto a la pasión. El cariño es vago y subjetivo, es indisociable del toma y daca afectivo, puede construir y destruir. Por ello creo que a nuestra alcaldesa, que el pasado jueves dijo que le gustaría que al final de sus mandatos dijeran de ella que fue una persona querida y respetada por los sevillanos, le viene mejor ser respetada, como lo es, que ser querida. Pero por desgracia le tocó vivir una de las mayores tragedias de la historia democrática de Sevilla, el asesinato de Jiménez Becerril y su mujer, y estuvo a la altura de su cargo y de la ciudad. Desde entonces, además de respetada como la política que en un momento terrible supo transmitir confianza en las instituciones, es querida como la mujer que supo representar en ella el dolor sin desesperación y la justicia sin venganza que sentían y querían tantos sevillanos. Es necesario traer esto a colación porque el pasado viernes, en una nueva etapa de la guerra sucia que le han declarado a Soledad Becerril el PA y el PSOE, Carmelo Gómez la acusó no sólo de utilizar electoralmente el accidente del Bazar España, sino también la muerte del matrimonio Jiménez Becerril, y eso es una canallada porque es bajo y ruin, recurso desesperado de quien tiene miedo de la altura del contrincante y no halla más arma que el insulto. Monteseirín se sumó al coro diciendo que la alcaldesa "miente cuando calla y parece que también miente cuando llora". ¿No tienen otro programa, otras ideas, que ofrecer a los ciudadanos para convencerles de que les voten que estas bajezas? ¿No son capaces de ganar la carrera por sí mismos, sino sólo poniendo zancadillas al contrincante? En cambio, Rojas -que ha desatado esta guerra de infamias- no sorprende: hace lo habitual en él, histrionismo. Hasta en el protocolo del entierro ha sacado a relucir este político-bisagra que necesita urgentemente 3x1 para dejar de atronarnos con sus chirridos y de cumplir tan malamente su función bisagrera y sus pactos. No es esto cuestión de votos, sino de talantes. Puede que amen a Sevilla, o que eso sólo sea propaganda electoral. Pero si resulta que la aman, el suyo es de ese tipo de cariño basado en el toma y daca de la seducción tramposa, y resuelto en asfixia de lo amado. Estamos a tiempo de que la clase política reflexione sobre sus estrategias electorales, y corrija su rumbo: para ello basta con que imiten la actitud de responsabilidad y dignidad que ha mantenido Soledad Becerril durante esta trifulca. De lo contrario, lo que nos aguarda es una vergüenza aún mayor que la vivida estos días. Aunque parezca difícil superarlo.

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