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Alcaldada J. J. P. B.

La prepotencia es siempre odiosa y políticamente no sirve sino para fomentar simpatías con sus víctimas. Se trata de una constatación elemental que algunos manifassers del PP olvidan a menudo, bien sea por estupidez, bien por sumar supuestos méritos. Pero lo cierto es que le hacen un flaco favor al partido, que no parece necesitar esta especie de servicios. Según una información del colega Levante, el Palacio de Congresos ha cancelado una reserva efectuada formalmente por el PSPV a fin de que esas instalaciones sean ocupadas por el partido del Gobierno para la proclamación del presidente Zaplana como candidato a la Generalitat. Los responsables del recinto no aducen razones, pero son ésas y no otras. O sea, que cometen una alcaldada como una catedral. Y nunca mejor descrita la arbitrariedad, pues el dicho palacio depende del Ayuntamiento de Valencia, que por lo visto se cree facultado para proceder a su antojo. Lo malo es que llueve sobre mojado porque la misma chulería se cometió con Acció Cultural en 1997 cuando hubo de suspender los Premis Octubre que habían de celebrarse en la Feria de Muestras. De nada valió que estuviesen oportunamente concertados y organizados con toda su compleja logística. Los señoritos del PP, o los obsecuentes de turno, no tuvieron empacho en desalojarlos para uno de sus saraos partidistas. Prepotentes, en todo caso, e imprevisores. Han de esperar a que se les anticipen para advertir que les lleven ventaja. Pero es evidente que no les preocupa: siempre pueden echar mano de la ley del embudo, que para eso manda. Singular aplicación de las prácticas democráticas y civiles por parte de quienes ganaron las elecciones con el pretexto de restaurarlas y sanear la vida pública. ¡Pues anda qué! Quizá no venga a cuento indignarnos por lo que, visto con cierta ligereza, no pasa de ser una jugarreta entre partidos que compiten. Pero ocurre que, en definitiva, la política no se juzga por los grandes problemas que aborda, sino por los asuntos de cada día y fastidia más una alcaldada, que un gran desafuero urbanístico u otra enormidad. Puesto en la piel del presidente Zaplana me ocuparía de que mis leales más devotos no fuesen tan necios como para regalarle al adversario y a los ciudadanos neutrales esta justa indignación.

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