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El PP concluye que el presidente está ahora "obligado" a dar la sorpresa del secretario general antes del congreso

Javier Casqueiro

La sede central del PP en Madrid es un nido de especuladores. Políticos y periodistas se intercambian nombres como si fueran cromos. Son estampitas que se evaporan como el humo y por la sobredosis de excitación. Nadie aporta un solo dato fiable, sólido, procedente siquiera de una fuente cercana al presidente del Gobierno. José María Aznar, además, no se prodiga estos días con sus principales lugartenientes. Los máximos dirigentes del PP sí tienen claro, por lo escuchado y leído en boca de su presidente, que Aznar "está ahora obligado", tras desatar él mismo el aluvión de rumores sobre una inminente crisis de Gobierno, a dar "una sorpresa" días antes del XIII Congreso Nacional, que será el 29, 30 y 31 de enero. El concepto que en el PP tienen sobre esa posible "sorpresa" difiere mucho de cualquier posibilidad de revolución en el partido. Es más, entre los dirigentes más relevantes con despacho en Génova, 13 se baraja la hipótesis de que Aznar comunique públicamente unos cinco, seis o siete días antes del congreso el nombre del nuevo secretario general. Esa novedad ya es catalogada como "sorpresa". Ese plazo de una semana coincide, en el calendario real del PP, con la clausura de la convención en la que sus Nuevas Generaciones reunirán el miércoles y el jueves próximo en Sevilla a sus casi 500 compromisarios al congreso. Es un acto en el que se espera el discurso de Aznar, en un auditorio entregado al que siempre le gusta asistir. Allí afilarán los cachorros del PP sus estrategias para defender en el cónclave sus 100 enmiendas a las ponencias. El total de la organización ha tramitado definitivamente 1.020. En el PP se afanan, por tanto, en interpretar las palabras de Aznar -pocas-, sus silencios -muchos- y hasta sus bromas. El estado de expectación es total y no ayuda a su calma los juegos dialécticos del jefe del Ejecutivo.Pronósticos

Como el "presidencialismo" en el PP es admitido hasta por sus más relevantes dirigentes, los designios de Aznar sólo los conoce él. Los demás pronostican. Un deporte en el que más de uno se va a llevar un chasco. Porque algunas de esas quinielas producen o pánico o carcajadas. Uno de los más importantes miembros del PP recibió estos días una llamada en la que le aseguraban, "de muy buena fuente", que luego se matizó a "regular", que el secretario general saliente, Francisco Álvarez Cascos, era ahora el mejor candidato ni más ni menos que para la Secretaría General de la OTAN. Esta broma ejemplifica hasta que punto ha llegado el desconcierto en el PP. Lo que sí concluyen en el Partido Popular es que Aznar, al alimentar los rumores y no desmentirlos tajantemente, ha confirmado que va a producirse algún cambio. Los responsables del PP más tranquilos siguen apostando porque el secretario general será el coordinador general, Ángel Acebes. Creen que su perfil político, su imagen mesurada y sus éxitos electorales pueden alimentar sus posibilidades si, además, se producen importantes sorpresas entre los cuatro nuevos coordinadores de área. Y más aún si en el próximo Comité Ejecutivo aparecen muchas caras jóvenes y más mujeres.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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