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La confianza de Eduardo Zaplana

El presidente de la Generalitat, en su discurso de política general de 1997, habló de la voluntad centrista de su partido y de los deseos de coincidir con otras fuerzas políticas en un proyecto común. En el año que acabamos de cerrar, concretó esa voluntad integradora en lo que ha llamado cambio hacia el centro. Una forma de valorar el sentido de este cambio es analizar, a través de sus discursos más significativos, el papel y el contenido de las actitudes políticas que según los expertos definen la cultura política de final de siglo. Durante la primera mitad del siglo XX, dos actitudes políticas describían los principales sentimientos de líderes y ciudadanos. La libertad, por un lado, y la igualdad, por otro, representaban la ideología de los líderes, distinguían los partidos y describían el comportamiento político del ciudadano. Estos valores fueron perdiendo en la postguerra su poder interpretativo, quizá porque las sociedades desarrolladas habían logrado alcanzar niveles mínimamente aceptables de ambos o, quizá, porque empezaba a cambiar el contenido de la vida política. Sea como sea, lo cierto es que paulatinamente fueron tomando más protagonismo los conceptos de eficacia y confianza política. Actitudes que resumían el tono político de unos ciudadanos desconfiados y cada vez más alejados de los líderes. La estabilidad política y el creciente desarrollo económico de las últimas décadas, han conducido a potenciar la confianza entre las personas como un elemento imprescindible del progreso de nuestras sociedades y de la cultura política de final de siglo. Una actitud que tiene que ver con el diálogo y el consenso, con las relaciones abiertas que trascienden las fronteras, sean políticas, económicas o sociales. La confianza, según los expertos, también está estrechamente relacionada con la satisfacción vital. Ambas forman parte de la cultura política actual. Esta evolución de los sentimientos políticos también se refleja en la evolución seguida por el presidente en sus discursos. La mención a los valores de libertad e igualdad ha ido disminuyendo paulatinamente en su retórica política, mientras que han ido ganado protagonismo términos relacionados con el respeto, la paz, el diálogo, la confianza, los temas sociales, al tiempo que nosotros le ha ido quitando protagonismo al yo y al mí. Zaplana parece haber ido tomando conciencia de que la política es algo más que su Gobierno y su gestión. Quizá la satisfacción generada por algunos resultados ha facilitado que se centre ahora en los temas de confianza y de diálogo, de relaciones y compromiso moral, de la misma forma que la satisfacción vital del ciudadano le facilita adoptar posturas de confianza interpersonal. Sin embargo, lo importante no es la utilización del término de confianza en sus discursos, sino precisamente la evolución de su contenido y significado. Empecemos por decir que en tres años de gobierno menciona cada vez con más frecuencia las cuestiones relacionadas con la confianza. Se podría hablar de tres etapas en sus alusiones a la confianza interpersonal: la institucional, la económica y la social. En la primera, que coincide cronológicamente con los inicios de su legislatura, la confianza está cargada de autorreferencia. Es la confianza que él y su Gobierno le proporcionan al ciudadano, aunque con el apoyo de las fuerzas políticas que le otorgaron la mayoría. Aquí el ciudadano es receptor pasivo de la confianza que le proporciona el presidente. Su programa electoral es el que promueve la confianza de los valencianos. Al margen de esa autorreferencia, el otro elemento es el económico. Hasta aquí nos encontramos en la primera fase de la confianza; esa que descansa en el desarrollo e impulso institucional y que se apoya en el impulso económico de la actividad empresarial. Los términos que aparecen asociados al de confianza son apoyo de socios parlamentarios, programa electoral, compromiso del Gobierno y confianza económica. La segunda es la confianza anclada en lo económico, pero con una utilidad marginal en el ámbito de lo social. Esta confianza se corresponde a la etapa intermedia de su legislatura. En esta etapa la confianza amplía algo su horizonte. En primer lugar se sitúa en la perspectiva histórica, se relaciona con las exigencias morales y responsabilidad de un proyecto futuro. Aparece la historia, mediante la referencia al aumento de la confianza de los viejos y gracias a las políticas económicas, y también a la historia en el sentido de desarrollo técnico, es la confianza apoyada en los logros y desarrollo económico. Confianza y economía valenciana están estrechamente vinculadas en esta fase. La tercera etapa es la auténtica confianza interpersonal, la que va más allá de lo económico y se vincula a lo social. Los elementos que acompañan a esta nueva confianza son básicamente la autoestima, el proyecto común de la Comunidad Valenciana y su incorporación a las relaciones europeas. Pero sobre todo, y aquí está el cambio de significado del término de confianza, ha dejado de ser autorreferente. Ahora la confianza es una característica del ciudadano valenciano, es el ciudadano es el que le otorga confianza al presidente y a su Gobierno. Una confianza que arranca de los éxitos económicos, pero que los trasciende adquiriendo sentido propio. Es la confianza de hombres y mujeres valencianas, sin partidismos ni exclusiones, asociada al proyecto común en el que todos son protagonistas. Resulta interesante detectar esta evolución en la retórica discursiva del presidente de la Generalitat. Al comienzo de su mandato la confianza era el producto del proyecto de su Gobierno, se movía en el marco de valores individualistas y se vinculaba a los éxitos y resultados económicos. Lentamente se ha producido un desplazamiento hacia una ideología más colectiva, donde la confianza es una actitud comunitaria, adornada de un sentimiento positivo hacia la identidad del pueblo valenciano y de su futuro, así como hacia un proyecto común abierto y consensuado entre todos. Esta evolución podría indicar el abandono definitivo de los grupos primarios en la concepción política del presidente, apoyándose más claramente en la confianza interpersonal de una sociedad civil. De ser así, y pronto lo sabremos a través de sus intervenciones, ya no estaríamos delante de una política de derechas.

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