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La consejera de Agricultura asegura que UV es un partido "esquizofrénico y sin rumbo"

Los insistentes rumores que a lo largo de los últimos meses han recorrido los distintos estamentos del Gobierno valenciano adquirieron ayer carta de realidad. La consejera de Agricultura, María Ángeles Ramón-Llin, anunció su decisión de darse de baja en Unión Valenciana, partido del que era vicepresidenta y fundadora y en el que militó 16 años. Fue una sorpresa relativa, ya que tanto en círculos políticos como agrícolas se situaba a la responsable de Agricultura más en la órbita del PP que en la de la formación regionalista. "Ha sido una decisión dolorosa que he tomado después de meditarla durante más de un año", explicó Ramón- Llin en una conferencia de prensa posterior a la reunión del Consell de ayer en la que comunicó a Eduardo Zaplana y a los miembros del Ejecutivo su decisión, y en la que puso su cargo en manos del presidente del Consell. "Que sean los presidentes de los dos partidos que firmaron el pacto de gobierno [PP y UV] los que decidan", matizó la consejera. La despedida de Ramón-Llin del que hasta ayer fue su partido no resultó plácida y optó por el ataque como justificación. "Unión Valenciana es un partido sin rumbo que carece de dirección [...] No quiero ser cómplice de un naufragio político", dijo la hasta ayer vicepresidenta de la formación regionalista, que centró sus críticas en la actitud que ha mantenido el partido en las Cortes. "Desde UV se ha criticado un gobierno del que forman parte. Yo advertí al partido que seguir así era imposible y dije que era mejor romper el pacto, y esto no se ha hecho", señaló Ramón-Llin antes de calificar la actitud de Unión Valenciana de "esquizofrénica". "En política deben existir estrategias distintas ", dijo. A estas diferencias, la consejera añadió "otras de carácter interno" que se negó a comentar. "Héctor Villalba [presidente de Unión Valenciana] conoce mis discrepancias", añadió. A pesar de las diferencias con la dirección de Unión Valenciana, la consejera aseguró haber sido "fiel" a las decisiones tomadas en el seno del partido en todo momento. "Jamás he desobedecido una orden de Unión Valenciana. He sido leal y fiel. He cumplido con ellos hasta el último momento", aseveró. "Creo en el valencianismo, pero dudo mucho de que eso sea lo que está haciendo ahora UV". Ramón-Llin explicó que la decisión no era repentina. "Quizá la tranquilidad de las fiestas navideñas me ha permitido reflexionar sobre la situación", dijo. Según la consejera, en la mañana de ayer comunicó primero al presidente Zaplana y después al resto del Consell su baja en UV. "Después he llamando al presidente de Unión Valenciana, Héctor Villalba, para comunicarle que le enviaba por fax mi solicitud de baja en el partido", dijo Ramón-Llin, al tiempo que aseguró que no va a solicitar su alta en el Partido Popular: "Me voy de UV, no me voy a ningún sitio", y añadió que Zaplana no le ha pedido que ingrese en el Partido Popular. Respecto a su futuro, la consejera dijo que no está en sus manos. "Son Zaplana y Villalba los que, como firmantes del pacto, han de decidir si debo o no seguir como consejera", señaló Ramón- Llin, que afirmó que el presidente de la Generalitat le pidió, tras conocer su decisión, que continuara. Sin embargo, la consejera señaló que prefiere esperar la decisión que tomen ambos dirigentes. Tras la reunión del Consell y su comparecencia pública, Ramón-Llin se reunió con los altos cargos de su consejería. Mañana tiene previsto partir a una reunión en Bruselas.

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Aunque María Ángeles Ramón-Llin no entró con buen pie en el Gobierno de Eduardo Zaplana -al descubrirse que en su currículo constaba como licenciada en Derecho a pesar de que le faltaban dos asignaturas-, el tiempo la ha situado como la consejera mejor valorada del Consell. Según la encuesta de Demoscopia publicada por ELPAÍS el pasado 9 de octubre, Ramón-Llin era la que obtenía -un 5,2 en un baremo de 1 a 10- la mejor puntuación de todos los consejeros. En un Gobierno del PP, "la mejor" era de Unión Valenciana. Ramón-Llin se ha labrado esta buena imagen pública desde su consejería, primero de Agricultura y Medio Ambiente, y después sólo de Agricultura. A su llegada al Gobierno, Ramón-Llin nombró a técnicos de la propia consejería para los cargos políticos. De hecho, en la actualidad, sólo el secretario general, Cirilo Arnandis -uno de los posibles delfines, junto a Joan Martorell, director territorial de la consejería en Valencia-, es un hombre del partido, a pesar de tener claras vinculaciones agrícolas. Los cuatro directores generales son técnicos, tres de ellos funcionarios de la propia consejería. El cuarto es un técnico fichado del mundo cooperativo. Este equipo ha sido muy bien valorado por las organizaciones agrarias. De hecho, en más de una ocasión se ha atribuido a los técnicos, más que a los méritos de la propia consejera, los logros de la política agraria. Desde los sectores agrícolas más progresistas se ha criticado su falta de compromiso con una agricultura moderna, su excesivo protagonismo -Ramón-Llin acude allá donde la llaman ya sea para inaugurar una acequia o para clausurar cualquier acto- y su falta de criterio, con una política de "café para todos". Ayer, tanto la Unió de Llauradors como la Asociación Valenciana de Agricultores ofrecieron su opinión sobre la situación que se crea, y ambas organizaciones afirmaron que, por el bien del campo valenciano, hubiera sido mejor que no se hubiese planteado. Según el secretario general de la Unió, Lucio Monteagudo, la decisión de la consejera no llega en el mejor momento para el mundo agrario, "con un año muy conflictivo", con temas como la Agenda 2000. Monteagudo valoró algunos aspectos de la política de Ramón-Llin, como sus campañas de promoción o su disposición al diálogo. Como negativo destacó la falta de atención a la "agricultura profesional". Por su parte, el presidente de AVA, Cristóbal Aguado, manifestó su temor ante un cambio en la política que hasta ahora ha realizado la consejería. Según Aguado, lo ideal hubiese sido llegar a las elecciones y que las urnas decidiesen.

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