Termas para Mendizorroza
Quienes hoy acceden a las instalaciones municipales de Mendizorroza para darse un chapuzón, correr por la pista de atletismo o las canchas de voleibol, baloncesto y futbito, jugar a tenis, tenis de mesa o simplemente relajarse en el área social podrán también gozar del lujo de bañarse en aguas termales. Si se cumplen las expectativas más optimistas del Ayuntamiento de Vitoria, este año comenzarán las obras para trasladar al complejo deportivo el caudal de un manadero localizado en Castillo. No se ha definido todavía un proyecto concreto, pero la idea consiste en aprovechar la infraestructura de Mendizorroza para instalar allí una piscina termal, gratuita para todos los abonados. La mitad de la población vitoriana está asociada al servicio municipal de deportes. Castillo es una pequeña localidad adscrita al municipio de Vitoria, siete kilómetros al sur, y donde hace un lustro se descubrió un manantial de aguas termales, a una temperatura de 55 grados. El hallazgo se produjo casi por casualidad, como consecuencia de prospecciones en busca de gas e hidrocarburos, cuando una firma experta en minería descubrió un "agua hipertermal, de fuerte mineralización, sulfurada y con ligero sabor salino". Era un caudal de tres litros por segundo. Un estudio encargado por el Ente Vasco de la Energía (EVE) en 1994 concluyó que ese chorro tiene propiedades terapéuticas, en especial para afecciones del aparato locomotor, dolencias óseas y de las articulaciones. Un canal de 7 kilómetros No resulta extraño que promotoras privadas se hayan interesado en la construcción de un balneario o una instalación de características similares. Pero el plan del Ayuntamiento se aleja de ese modelo. Orientados por las ideas sociales del alcalde, José Ángel Cuerda (PNV), los técnicos municipales han buscado fórmulas para desviar el agua de Castillo hasta Mendizorroza, de forma que pueda disfrutar de las caldas el mayor número de usuarios posible, y gratis. Para ello se hace necesaria la construcción de un canal de siete kilómetros desde el manantial hasta Vitoria. Con el transvase en tuberías, según analizan los especialistas, se perderían una mínima temperatura, con lo cual llegaría a los bañistas a 52 grados, tres menos de los que se registran en origen. El Ayuntamiento ha impulsado las gestiones para que el proyecto se inicie antes de que termine la legislatura, "pero todavía no hay una decisión tomada", aclara un portavoz municipal. Existen varias posibilidades para adecuar las instalaciones de Mendizorroza. Por una parte, los técnicos estudian la opción de construir una piscina con chorros de agua caliente, anexa a la zona cubierta. Así podrían aprovecharse los actuales vestuarios. O también utilizar la actual piscina cubierta, de unos 25 metros de largo, en caso de que se adivine una alta demanda. Los principales beneficiarios del servicio serían, según ha anticipado el alcalde, los abonados de Mendizorroza de la tercera edad. Esta iniciativa del alcalde choca con proyectos privados elaborados en los últimos años, desde que el EVE (organismo dependiente del Gobierno vasco) recibió el estudio de mercado sobre posibles inversiones en Castillo. Aquel informe, redactado en 1994, desaconsejaba la construcción de un balneario de tipo clásico ante la falta de tradición termalista en el País Vasco y toda la Península, además de que, según aseguraba, "retrae a otros públicos que no sean personas con problemas reumáticos". Del balneario a la clínica Para rentabilizar las aguas termales de Castillo desde una perspectiva privada se han propuesto otras cuatro posibilidades, con inversiones que oscilan entre los 425 y los 675 millones. La primera, un complejo hotelero, tendría un fin únicamente turístico. La segunda opción se trata de un centro "hidrolúdico", derivado más hacia el ocio, el deporte y el descanso. En tercer lugar, el estudio propone un hotel-clínica o también llamado curhotel, una fórmula más elitista y donde se requiere una gran inversión en tecnología. Por último, se planteaba la posibilidad de un complejo hidrotermal configurado como un centro de rehabilitación, que quedaría abierto a la participación pública. El Ayuntamiento, no obstante, prefiere aplicar su propia fórmula, de modo que tenga una utilización masiva, aunque destinada en especial a personas mayores de 65 años.
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