Chirac advierte de que la violencia en las calles amenaza con extenderse a toda Francia
El presidente de la República francesa, Jacques Chirac, proclamó ayer ante el Gobierno en pleno que la violencia callejera a la que se libran grupos organizados de jóvenes constituye actualmente uno de los "grandes desafíos del Estado". Chirac juzgó "muy preocupante" la situación creada por los desmanes callejeros, además de subrayar el hecho de que la extensión de la violencia no afecta ya solamente a los que eufemísticamente se conoce en Francia como "barrios sensibles", sino también y de manera progresiva a "las ciudades y a las áreas rurales".
Lejos de limitarse a una referencia testimonial de los recientes disturbios de Estrasburgo, donde las bandas juveniles han vuelto a festejar la entrada del año con el incendio de decenas de vehículos, el presidente optó ayer por abordar el fenómeno de manera frontal y descarnada, justo el día en el que el ministro de Interior, Jean-Pierre Chevènement, se incorporaba a sus tareas en el Gobierno tras cuatro meses de baja.Tras destacar, igualmente, que los autores de los disturbios son cada vez más jóvenes, Jacques Chirac reclamó "una respuesta global" y una actuación "eficaz" por parte de los poderes públicos. "Una respuesta global", explicó, "implica que cada miembro del cuerpo social asuma su parte de responsabilidad y que los poderes públicos, siempre mejor coordinados, sean eficaces en su acción". Aunque el problema de la violencia parece endémico y es fuente permanente de análisis, medidas de actuación, debates y declaraciones, el tono de firmeza empleado y la misma solemnidad del escenario, la ceremonia anual de propósitos que celebra en el palacio del Elíseo, dan a las palabras del presidente una significación mayor.
La consideración pública de que los disturbios callejeros suponen uno de los grandes desafíos del Estado supone todo un toque de atención para el Gobierno de la "izquierda plural" de Lionel Jospin y la prueba de que el presidente de la República va a incorporar este asunto al discurso con el que trata de reorganizar en torno a sí al conjunto de la derecha.
"La seguridad de las personas y de los bienes es, sin duda, uno de las primeras reclamaciones de los franceses ante los poderes públicos" indicó tras invocar a la necesidad de una "movilización general en todos los terrenos". Chirac, líder ahora indiscutible de la derecha democrática, expresó su convicción de que el Gobierno comparte plenamente sus inquietudes al respecto -"sé que diciendo esto comulgo con vuestras preocupaciones", indicó-, pero estas mismas palabras contribuyeron a resaltar la impotencia o los límites de la actuación del Ejecutivo.
La intervención de Chirac se produce, por lo demás, en un momento en el que el Gobierno de Jospin se dispone a aplicar un plan de redistribución de efectivos policiales que suscita rechazo dentro de la misma policía y de parte de la ciudadanía.
Después de cuatro meses de convalescencia tras los gravísimos problemas de salud que le tuvieron al borde de la muerte, Jean-Pierre Chevènement se encontró así de bruces con los problemas de su ministerio. Su reincorporación oficial constituyó todo un acontecimiento que su amigo el primer ministro, Lionel Jospin, y el resto del Gabinete contribuyeron a resaltar con un caluroso acto de bienvenida.
Encabezados por Jospin y Chevènement, el equipo de Gobierno recorrió a pie la distancia, escasa, que separa la sede del Ministerio de Interior del palacio del Elíseo. Irónico, como siempre, el ministro de Interior comentó que sus "glóbulos rojos se habían congregado en la fecha prevista para su reencuentro dispuestos a batirse".
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