Al menos 17 muertos en el ametrallamiento por suníes de una mezquita shií en Pakistán
La intensa rivalidad religiosa acabó ayer con la vida de al menos 17 personas en Pakistán. Dos presuntos miembros de un grupo suní, armados con rifles automáticos, ametrallaron a un grupo de shiíes que rezaban en una mezquita de Punjab. Sólo un niño de nueve años salió del edificio sin heridas. Los shiíes, que constituyen el 20% de los 140 millones de habitantes de Pakistán, responsabilizan de lo ocurrido al Gobierno de Arabia Saudí, por financiar a sus correligionarios, y a su propio Gobierno por no protegerlos, a pesar de las medidas drásticas adoptadas últimamente.
La rivalidad entre suníes y shiíes se ha cobrado cientos de vidas en los últimos años en Pakistán y sólo en 1998 fueron 140 los muertos en la región de Punjab. Ayer, la cifra de víctimas de esta guerra de religión aumentó con 17 nuevos asesinatos, incluidos los de tres menores, en una mezquita en la localidad de Karamdad Koreshi, a 50 kilómetros de Multan, en el centro del país. Varios testigos contaron cómo sobre las seis y media de la mañana, hora local, un vehículo con cuatro individuos paró frente a una mezquita donde una congregación shií estudiaba el Corán. Dos de los atacantes salieron del vehículo, se situaron en la puerta de la mezquita y dispararon contra todo aquel que intentara salir del edificio. Ocho personas murieron inmediatamente, el resto pereció en el hospital. Además de las 17 víctimas mortales, hay varios heridos graves.
Varios activistas shiíes bloquearon la entrada a la población con ruedas quemadas en protesta por el suceso y acusaron de lo ocurrido al grupo de orientación suní Sipah-a-Sahaba Pakistán (SSP), que, según ellos, está financiado por Arabia Saudí. Sayed Alí Reza Gardezi, un destacado líder shií, también considera que el Gobierno de Pakistán tiene responsabilidad porque "estaba avisado de que este tipo de sucesos podían repetirse y no ha hecho nada". Las autoridades paquistaníes creen que el ataque es parte de la escalada de violencia religiosa que vive la región de Punjab desde hace años. Un portavoz del SSP negó cualquier vinculación de su organización con el atentado y manifestó que "es impensable para ningún grupo islámico matar a un hermano, especialmente durante el Ramadán". Los suníes acusan a su vez al Gobierno iraní de financiar a los shiíes.
La violencia religiosa va a más en Pakistán, y ante este hecho, el primer ministro, Nawaz Sharif, ha tomado medidas drásticas con la instauración de tribunales militares de justicia rápida que ya han dictado 14 sentencias de muerte. Ocho de los condenados eran suníes que participaron en el atentado contra un centro cultural iraní en Multan en febrero de 1997, en el que pereció un diplomático de Teherán junto a seis empleados del centro. A los otros seis, shiíes, se les responsabiliza de la muerte de 22 suníes en un ataque a una mezquita de la región de Multan en 1996.
El Gobierno de Punjab lo encabeza Shahbaz Sharif, hermano pequeño del primer ministro. Éste escapó el domingo a un atentado en ese mismo Estado cuando estalló una bomba en un puente horas antes de su paso.
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