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El principio

JUSTO NAVARRO Leo las primeras líneas del primer periódico del año: "España se incorpora al euro con el reto de igualar la renta media de la UE" y "Vertidos 50.000 metros cúbicos de agua ácida al romperse una balsa en Huelva", lo nuevo y lo viejo, el euro nunca visto y la escoria vista ya varias veces, ahora carbonatos, sulfatos, fosfatos, ácido sulfúrico y fosfórico en el agua que fue clara. Quiero ser optimista: esta mugre siempre repetida es una señal de que sabemos vivir mejor que antes y vemos la basura que antes echábamos sin mirar, y procuramos vigilar y mancharnos menos. Algunos días me pierdo en una tienda de libros de segunda mano que hay en la calle Granada de Nerja, el Nerja Book Centre. Allí he encontrado First lines, Primeras líneas, de Gemma O"Connor, una antología de las líneas con que empiezan libros más o menos célebres. O"Connor se declara coleccionista de principios de libro, esas pocas palabras que espantan o invitan a seguir leyendo, frases memorables, trampa o verdad, condensación de todas las páginas o mero aviso de lo que nos espera, como quizá lo sean esos primeros titulares de 1999 que acabo de leer. Sólo hay un español en la recopilación de O"Connor: Cervantes. "Desocupado lector: sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse". Es el comienzo del Quijote. Pero Cervantes, para el crítico inglés William Hazlitt, era inglés honorario y humorista inglés. También Hazlitt figura en Primeras líneas. "Detesto leer libros nuevos", empezó un nuevo libro Hazlitt, que parece especialmente dotado para detestar. Otro de sus principios dice: "Detesto a la gente que no tiene noción de nada, salvo de generalidades, creencias, fórmulas y obviedades". Los dos grandes escritores de este tiempo que termina coincidieron curiosamente en empezar la acción de sus libros en la cama, en el momento de acostarse o despertarse. Proust, cronista de un mundo moribundo, prefirió el momento de irse a la cama: "Durante mucho tiempo me he acostado temprano". Kafka, inventor de nuevos mitos, eligió el despertar: "Alguien debía haberlo calumniado, porque, sin que hubiese hecho nada malo, fue arrestado una mañana Josef K.". Un escritor italiano, Andrea G. Pinketts, ha parodiado el principio de Proust, rindiéndole o rindiéndose homenaje: "Durante mucho tiempo me he acostado tarde. Es la diferencia entre Proust y yo". "Intentábamos matar el tiempo antes de que el tiempo nos matara a nosotros. Era una lucha desigual": así comienza otra novela de Pinketts que probablemente hubiera seleccionado O"Connor si la hubiera conocido. Cuando alguien haga una antología de los primeros titulares periodísticos de las últimas décadas, seguramente elegirá "España se incorpora al euro..." y desdeñará el casi usual "Vertidos...", aunque los dos parecen mantener entre sí un raro diálogo, como algunos de los principios escogidos por O"Connor. Empieza L.P. Hartley: "El pasado es un país extranjero: allí hacen las cosas de otra manera". Y Henry Miller continúa: "Para la mayoría el pasado nunca es ayer, ni hace cinco minutos, sino algo distante".

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