Bajo el poder del banco central

El euro nace bajo el férreo control monetario del Banco Central Europeo, responsable de fijar su tipo de interés. A su frente figura un holandés, Wim Duisenberg. Preferido por Alemania, pero visto con desconfianza por Francia, encarna la ortodoxia monetaria. Todos ven en él a un hombre muy próximo al Bundesbank, y, en consecuencia, al principal valedor de los intereses alemanes. Hasta ahora ha sabido combinar su fama de ortodoxo con la flexibilidad que demandan los tiempos. La rebaja coordinada de tipos de interés hasta el 3% en el conjunto de la zona euro ha sido la mejor prueba de esa flexibilidad y de la confianza generalizada del BCE en la fortaleza actual de la divisa europea.

El BCE nace con muy pocos españoles. Sólo cuatro de los 55 puestos directivos han sido ocupados por funcionarios españoles. Se trata de Antonio Sainz de Vicuña, Julio Durán, José Marín y Carlos Bernadell. Y sólo 27 de los 570 funcionarios contratados son españoles. Es una cifra muy escasa, porque la aportación española al capital del banco se acerca al 9%.

Una simple traslación porcentual capital/personal permitiría a España disponer de unos cincuenta funcionarios en el BCE, aunque para la dirección de relaciones externas del BCE "no es adecuado comparar el número total de empleados de una nacionalidad con el número total de directivos del staff". "En mi opinión", señala en una carta a EL PAÍS Manfred Körber, miembro de esa dirección, "el hecho de que 21 de los 27 españoles que hay en el BCE ocupen posiciones profesionales o de dirección, comparado con un total de 330 personas que ocupan esa posición, es una ilustración considerablemente más profunda del nivel de la representación española en el staff del BCE".