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Detenidos por intentar ayudar a una mujer

Francisco Serrano y Julio Montellano, dos jardineros del Ayuntamiento de L"Hospitalet, jamás podían imaginar que acabarían en comisaría no sólo por no hacer nada, sino por intentar hacer el bien. Año y medio después de lo ocurrido, la Audiencia de Barcelona ha sentenciado que sufrieron una detención ilegal y ha condenado a un policía nacional a ocho años de inhabilitación, una multa de 150.000 pesetas y a indemnizar a cada uno de los dos jardineros con 50.000 pesetas. Sucedió el 6 de junio de 1997, sobre las 14.00 horas, momento de recoger los aperos. Cuando los jardineros se dirigían a su furgoneta , en el inicio de la Gran Via, vieron a una mujer con rostro desencajado entre unos matorrales. La señora esperaba un taxi, pero se sintió indispuesta y, por si había de vomitar, se retiró. Los dos jardineros le preguntaron si necesitaba ayuda, pero no hubo tiempo para más, porque apareció una patrulla policial integrada por los agentes José Rodríguez Peaguda y Rosa María Marcos Cortés. Ella se dirigió a un negro que pasaba por allí para pedirle la documentación y Rodríguez fue al lugar donde estaba la mujer indispuesta preguntando "qué pasaba allí". El impetuoso policía no esperó respuesta y pidió la documentación a la mujer y a los dos jardineros. Todos intentaron explicarle que no pasaba nada, pero lejos de calmarlo, eso provocó "una mayor agresividad en el agente, que procedió a la detención de los jardineros" después de reclamar más dotaciones. Al final se montó un tumulto de gente que acabó increpando a los policías y en vista de la situación uno de los jardineros no pudo reprimirse. "Este tío está loco", dijo. La defensa aludió a esta expresión en el juicio para justificar la detención, pero el tribunal de la Sección Novena, que preside Gerard Thomas, rechaza ese argumento. "Tal manifestación, en una situación de conflictividad y agresividad provocada por el agente, no es más que la expresión de un estado de perplejidad propio de la situación", asegura la sentencia, de la que ha sido ponente la magistrada Carmen Ocaña. Al final, los dos jardineros e incluso el negro acabaron en la comisaría de L"Hospitalet. Los primeros fueron puestos en libertad al cabo de ocho horas. Del segundo se ignora como acabó, porque no fue objeto de este juicio. La Audiencia de Barcelona alude en la sentencia condenatoria a la "extraordinaria importancia" que tiene el derecho a la libertad, "tanto de la óptica individual como social". Por eso, recuerda el "máximo respeto" que han de tener los policías y la necesidad de que las detenciones se ajusten "escrupulosamente" a los principios de "proporcionalidad, idoneidad, necesidad y prohibición del exceso". Unos principios que, en este caso, no se cumplieron, explica la sentencia. Por ello, se alude a "la actuación violenta e indiscriminada de uno de los agentes, quien siquiera intentó escuchar no sólo ya a los jardineros, sino tampoco a la propia ciudadana necesitada de ayuda, por la que ni siquiera mostró interés". El tribunal entiende que los dos jardineros estaban realizando una "labor humanitaria" y rechaza que se invoque que el lugar donde se encontraba la mujer era conflictivo. Aunque así fuera, afirma la Audiencia, la policía debería averiguar si existían indicios de delito, cosa que no hizo. En cuanto a la agente, el tribunal decreta su absolución porque, al margen de ser una policía de 25 años en práctica, fue su compañero quien ordenó y practicó las detenciones.

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