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Los combates en Kosovo ponen en evidencia los límites de los observadores internacionales

El portavoz de los observadores de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) en Kosovo, Jorgen Grunnet, aseguró ayer haber logrado un acuerdo con las partes para mantener el alto el fuego. A pesar de esas declaraciones optimistas, son varias las fuentes que acusan a estos observadores de haber provocado con su inexperiencia los combates del fin de semana. En Viena, el presidente de la OSCE, el ministro polaco de Exteriores, Bronislav Geremk, anunció ayer que de proseguir el deterioro de la situación su "misión perdería todo sentido".

"Hemos mantenido contactos con ambas partes para lograr que se atengan al acuerdo de alto el fuego (...) Tenemos información de que hoy [por ayer] todo está tranquilo", aseguró Grunnet en Pristina. La OSCE sostiene que los combates del fin de semana en la región de Podujevo, al norte de Kosovo, fueron aislados y no representan el inicio de ofensiva alguna. Una visión de la que discrepan los kosovares de origen albanés.Tampoco la OSCE se atreve a señalar quién rompió primero el alto el fuego, aunque hay cierta unanimidad en medios diplomáticos de que fueron las tropas serbias para responder con una acción de castigo al asesinato la semana anterior de seis civiles.

En los combates de la región de Podujevo, que se iniciaron el día de Nochebuena, perdieron la vida al menos 12 personas, a las que hay que sumar otras tres, de raza gitana, tiroteadas ayer por elementos de la guerrilla independentista del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK).

Fuentes occidentales en Kosovo consideran que los observadores de la OSCE tuvieron mucha responsabilidad en el colapso de esa tregua lograda en octubre bajo la amenaza de bombardeos de la OTAN. Les acusan de falta de experiencia y de escasez de medios, pues tan sólo se encuentran en la zona 700 de los 2.000 previstos en un principio.

Estas fuentes, que reclaman el anonimato, afirman que los observadores situados en las posiciones de las fuerzas serbias y del ELK abandonaron sus puestos 30 minutos antes de que estallaran los combates para acudir a una reunión de trabajo en Pristina. "No había nadie allí para calmar a los hombres del ELK. Si se hubieran quedado y trabajado en el problema, podrían haber controlado la situación".

Estas fuentes occidentales consideran que de un incidente menor se estuvo a punto de pasar a un conflicto generalizado. El jefe de la misión de verificación de la OSCE, el general retirado norteamericano William Walker, se defiende de las críticas. Considera que su misión "no está capacitada para prevenir ese tipo de incidentes", pues los observadores son muy pocos y van desarmados. "Sólo podemos sacar conclusiones"

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En Viena, sede de la OSCE, se asegura que la situación militar se ha calmado en las últimas horas -"No todo Kosovo está en llamas", asegura Grunnet-, pero advierten que de romperse el alto el fuego, la misión de observación podría cancelarse. El ministro polaco de Exteriores, Borislav Gemerek, lo ha dicho con claridad a través de su portavoz oficial: "La misión de la OSCE perdería su sentido". La misión de verificación es una parte clave de los acuerdos logrados en octubre por el enviado especial de EEUU a los Balcanes, Richard Hoolbroke.

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