Estados Unidos refuerza sus tropas en el Golfo ante una eventual ofensiva en enero
El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y su fiel aliado, el primer ministro británico, Tony Blair, reforzarán en los próximos días sus fuerzas aeronavales en el Golfo Pérsico, ante la perspectiva de un posible nuevo ataque contra Irak en enero, una vez terminadas las fiestas religiosas de Hanuká, Navidad y Ramadán. Esa actitud, calificada por Clinton de "política de contención de Irak", significa que, pese a las críticas internas y externas, Clinton se reserva el derecho a repetir en cualquier momento la operación Zorro del Desierto, que no ha provocado ni una sola baja entre los atacantes.
"Hemos cumplido nuestra misión", declaró en la noche del sábado al domingo Clinton al informar que acababa de ordenar el alto el fuego tras una cuarta jornada consecutiva de bombardeos aeronavales de Irak.No obstante, la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, afirmó ayer en un programa de televisión de la cadena NBC: "Nos reservamos el derecho a usar la fuerza otra vez". Por eso, EEUU mantendrá y reforzará su dispositivo militar en el golfo Pérsico. El grupo aeronaval dirigido por el portaaviones norteamericano Enterprise recibió el viernes el refuerzo de un segundo capitaneado por el portaaviones Carl Vinson, que incluye seis cruceros y destructores con misiles Tomahawk. Pero la flotilla del Carl Vinson no llegó a entrar en acción, y queda reservada para la posible siguiente ronda. Blair informó ayer que los británicos también envían refuerzos, en forma del portaaviones Invincible, que llegará al Golfo a comienzos de enero.
En la operación Zorro del Desierto las fuerzas aeronavales de Estados Unidos y sus aliados británicos han arrojado sobre Irak más misiles de largo alcance que en toda la guerra del Golfo de 1991: un mínimo de 300 Tomahawk disparados desde buques y 100 disparados desde aviones B-52. Y sus aviones han efectuado unas 650 salidas. Eso permite calcular el coste de Zorro del Desierto en mucho más de 500 millones de dólares (71.500 millones de pesetas). Y confirma que, renunciando implícitamente al sistema internacional de inspecciones, la política iraquí de la Casa Blanca se reduce a una versión de alta tecnología de la vieja política de la cañonera. Los misiles de largo alcance sustituyen ahora a los cañones. Pese a que Clinton reiteró en la noche del sábado al domingo la peligrosidad del arsenal iraquí, los norteamericanos y los británicos no han sufrido ni una baja. Desde el primer momento, el Pentágono señaló su extrañeza por la falta de respuesta de Irak, que atribuyó a la destrucción en el primer asalto de su sistema de radares y al deseo de proteger las pocas armas que, tras una década de ataques militares y embargo, les siguen quedando.
Clinton y Blair pudieron proclamar el "éxito" de la operación dada la ambigüedad del objetivo que le habían asignado. Según el presidente norteamericano, ese objetivo era "conseguir una significativa degradación de la capacidad iraquí de fabricar armas de destrucción masiva y amenazar a sus vecinos". El Pentágono informó ayer que había bombardeado unos 100 objetivos, entre ellos, aeropuertos, hangares, fábricas y cuarteles de la Guardia Republicana. Entre los objetivos también figuraron siete de los ocho "palacios presidenciales" de Sadam y la sede en Bagdad del Partido Baas, que resultaron "seriamente dañados". La negativa iraquí a que los inspectores dirigidos por Richard Butler entraran en esos lugares fue la razón aducida por Clinton para ordenar el ataque. A falta de confirmación de daños que ofrecerán en los próximos días los satélites y aviones espía, los militares norteamericanos calculan que el 40% de esos blancos han sido "destruidos o severamente alcanzados" y un 35% "dañados". Aceptan un fracaso en el 25% restante. Según William Cohen, secretario de Defensa, las cuatro noches de bombardeos "han infligido graves daños a las instalaciones militares de Sadam, retrasando su programa de fabricación de armas de destrucción masiva en al menos un año".
Informe de Butler
La operación Zorro del Desierto, que despertó críticas desde el primer momento por ser interpretado como un intento de Clinton para ganar popularidad como líder y entorpecer el proceso de su impeachment, terminó justo después de que el presidente hubiera perdido la batalla en la Cámara de Representantes. Clinton no aludió a esas coincidencias en el discurso en que dio por terminada la operación, pero insistió en que ordenó el ataque por sorpresa en base al informe presentado en la noche del martes por Richard Butler, el controvertido jefe de los equipos de inspección de la ONU, al secretario general, Kofi Annan. Pero, según The New York Times, Clinton ya conocía el domingo 13 de diciembre lo esencial del informe de Butler, y ese mismo día ordenó al Pentágono preparar el ataque. EEUU incrementará su apoyo a los grupos de oposición iraquí, puesto que "la mejor solución" es "un nuevo Gobierno" en ese país. Clinton pareció aceptar que Zorro del Desierto puede haber terminado, como declaró ayer Bagdad, con la inspección internacional del desarme iraquí. "Daremos la bienvenida a los inspectores, pero si los iraquíes no la permiten, seguiremos vigilantes y dispuestos a usar la fuerza".
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