Adiós a los rebaños de cabras
Las orillas del Besòs, hasta hace cuatro días mal contados, eran frecuentadas por rebaños de cabras y ovejas que se alimentaban de lo que podían y que abastecían a un ave, la garcilla bueyera, que se posa sobre los lomos de los animales y picotea lo que pilla. Se trata de una estampa que ya no volverá. La garcilla se mantiene, pero las cabras han tenido que ser desalojadas. Hubieran sido un buen sistema para mantener los prados; el problema es que, para estos animales, las cañas depuradoras son como un pastel. La planta es flexible y aguanta bien las riadas, se dobla pero se mantiene arraigada a la tierra, perfectamente adaptada al agua, pero no puede sobrevivir a la voracidad de los rebaños. Los cañizos han sido plantados en parcelas con estructura de piscina y las conducciones soterradas para evitar otros dos inconvenientes del agua: los mosquitos y los malos olores.
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