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Rodríguez Bereijo deja el Constitucional pidiendo que la ley limite el atasco de recursos de amparo

Álvaro Rodríguez Bereijo, desde ayer ex presidente del Tribunal Constitucional, se despidió del cargo con un discurso en el que solicitó a las Cortes una reforma legal que limite el atasco de recursos de amparo que sufre el alto tribunal. Al término de la ceremonia de toma de posesión de los cuatro nuevos magistrados, elegidos por el Senado con 10 meses de retraso, Rodríguez Bereijo justificó este ruego en la conveniencia de que los 12 miembros del órgano judicial "no distraigan más esfuerzos de los indispensables, en favor de otros asuntos de enjundia constitucional", entre ellos el "control de la ley".

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El juramento o promesa ante el Rey de los cuatro nuevos magistrados, finalmente consensuados por el PP y el PSOE, se produjo por la mañana en el palacio de la Zarzuela. Poco después del mediodía se celebró, en la sede del Tribunal, el acto de toma de posesión, en presencia de altas representaciones políticas, judiciales y académicas. Entre las personalidades asistentes figuraba la ministra de Justicia, Margarita Mariscal de Gante, y el fiscal general del Estado, Jesús Cardenal.Tras la lectura de los decretos de cese y nombramiento, Rodríguez Bereijo, todavía presidente de la institución, impuso las medallas de magistrado del Tribunal Constitucional "en signo de toma de posesión de su cargo", sucesivamente, a María Emilia Casas Baamonde, Vicente Conde Martín de Hijas, Fernando Garrido Falla y Guillermo Jiménez Sánchez. A continuación, los cuatro nuevos magistrados se colocaron, de dos en dos, a ambos lados del resto de magistrados del Tribunal, incluidos los cuatro que acababan de ser relevados.

Jueces no representantes

Uno de estos últimos, Rodríguez Bereijo, todavía desde la presidencia del acto, pronunció un discurso de despedida en el que tuvo palabras afectuosas para los nuevos magistrados, de los que dijo que enriquecen el tribunal, pero que su designación política no implica representación, "pues los jueces constitucionales no representan a nada ni a nadie".Rodríguez Bereijo elogió al vicepresidente saliente José Gabaldón, "prudente y equilibrado", y a los ya ex magistrados Fernando García-Mon, "memoria viva de la continuidad del Tribunal", y Vicente Gimeno Sendra, por su "vigorosa defensa de los derechos fundamentales".

El ya ex presidente no quiso formular "quejas ni reproches" por la "renovación tardía, la que más lo ha sido desde que el tribunal existe" recordó, y prefirió dedicar su discurso de despedida como magistrado y presidente a analizar el funcionamiento histórico de la institución y suscitar la reflexión para mejorarla desde dentro y desde fuera.

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En cuanto al desafío del tribunal para encontrar su propio espacio "y hacerlo reconocer a los demás", hizo referencia a "su supremacía sobre los órganos del poder judicial, al controlar en amparo sus actos y omisiones" en materia de defensa de los derechos fundamentales". Y respecto al control del legislador, destacó que el Tribunal Constitucional defiende la Constitución, pero también preserva "la libertad de opciones del legislador".

Sin embargo, se refirió a "un matiz", que "empaña en algo" la función del tribunal como juez de amparo: cuando se acude a él "como una instancia más en la serie de remedios y recursos judiciales", sin que se capte "la naturaleza extraordinaria del recurso de amparo constitucional".

4.900 recursos en 1998

Rodríguez Bereijo ofreció el dato de que, a 30 de noviembre de 1998, este año ingresaron en el tribunal "más de 4.900 recursos de amparo", de los que ha resuelto "casi 4.500". Resaltó que, de todas esas resoluciones, "sólo algo más de 200 tomaron la forma de sentencia", lo que quiere decir, subrayó, que la "inmensa mayoría de asuntos fueron inadmitidos a trámite (...), en muchísimos casos por causa de que el recurso no encerraba una pretensión con contenido constitucional". Admitió la autocrítica del tribunal, pero atacó a quienes hacen mal uso de los recursos constitucionales y a quienes pueden, "a través de las oportunas reformas legales, cuando menos mitigar los efectos nocivos de tal uso impropio". Rodríguez Bereijo pidió a las Cortes que reflexionen, porque es "perentoria" una reforma legislativa que permita al tribunal "no distraer más esfuerzos de los indispensables, en favor de otros asuntos de enjundia constitucional", como las cuestiones que plantean los jueces (que hoy son ya el 50% de los asuntos de pleno, cuando en 1984 sólo eran el 20%) y que requieren ser resueltas con rapidez, ya que los procesos de los que provienen quedan mientras tanto en suspenso.

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