_
_
_
_
Reportaje:

Una reunión para recuperar la noche

Una decena de artistas de todos los estilos reivindica en la sala caracol 'Un Madrid abierto y multicultural'

"En la noche de Madrid cabe de todo", anunció el presentador, el periodista Rodolfo Serrano, de los artistas que ayer se reunían en la sala Caracol para reivindicar la personalidad de Madrid como ciudad abierta y multicultural. Y así fue: el concierto de anoche tuvo de todo.Grupos y solistas de todas los estilos se juntaron para decir que estaban un poco hartos de que las autoridades municipales mantuvieran una guerra abierta contra los locales con actuaciones en directo. El lugar de la cita, Caracol, sin ir más lejos, ha sufrido en multitud de ocasiones cierres temporales por protestas de vecinos o problemas de licencia. Todo se confabulaba, incluso el horario tope: el concierto que juntaba a los artistas que pedían libertad, debía estar concluido hacia medianoche. Tarea que parecía imposible a las diez menos diez, cuando el presentador dio entrada al primer artista: Catirito. "Significa rubio en venezolano", señaló Serrano, "pero viene de Usera". El apodo, explicó, se lo puso un jefe venezolano que tuvo y añadió que a sus 21 años él sólo había salido de Usera para tocar en bares y un día en La Soleá.

Más información
Acabar con la tuna

El artista resultó ser un magnífico cantaor de jondura que despachó, sin acompañamiento, una tanda de fandangos y una bulería. Se iba a ir en el primer cante, pero el chaval, emocionado por ser novato, se quedó un rato, jaleado por el público. "Te doy un más que me píes", decía uno de los versos de su bulería final.

"La cultura se hace en la calle, con el intercambio entre personas", proclamó Serrano al dar entrada al cantautor aragonés Ángel Petisme. Y añadió: "Los cantautores dicen lo que sentimos todos, pero mucho mejor que nosotros". Petisme, más acostumbrado a los escenarios, desgranó un par de canciones de su último disco Cierzo, y su eterna Bailando en campos minados. Esta canción la utilizó para recordar cuándo luchó junto a los artesanos de la plaza de Santa Ana. A las canciones de Petisme las calificó Serrano como imposibles para gentes correctas, y que no agradarían al alcalde madrileño, José María Álvarez del Manzano; y en esas recordó a Machado: "Hay mucha gente que no es capaz de entrar a una taberna a tomar un vino. Mala gente que camina y va apestando la tierra".

El actor Alberto San Juan (Airbag) leyó el manifiesto escrito para la cita: Por un Madrid abierto y multicultural, por el grupo parlamentario de IU en la Asamblea de Madrid, organizador, a instancias del grupo vallecano Dirdam, del concierto. A pesar de ser un acto también político, el único político asistente fue Ángel Pérez, el portavoz de IU.

El manifiesto que leyó San Juan expresaba la necesidad de recuperar el espíritu de Madrid como una ciudad alegre y viva, como siempre había sido. De dejar que la calle siga siendo un lugar de encuentro e intercambio, donde la cultura nace, crece y se multiplica. De su cosecha, Alberto San Juan añadió para terminar: "Que siga la fiesta y que ningún alcalde la pare".

Y siguió. Llegó el cantaor palentino Enrique Lozano, El Pescao. Gitano de tierra adentro, el único disco que tiene publicado y que se grabó en directo en La Soleá, sirvió para recordar unos cantes. "Esta forma de cantar no se oye a las 11 de la mañana", le dijo Serrano al terminarlos.

Salieron después Los Ministers, para hacer pachanga festiva instrumental a ritmo de ska y de rumbita. El público se desperezó. "No me extraña que nos cierren los bares", bromeo al público el maestro de ceremonias; "Os teníais que haber visto bailando". Una banda de Pinto, con el nombre El que tú quieras, se despachó como pudo con una tanda de canciones previsibles. Se anunciaron como un grupo de rockabilly, aunque la música y el atuendo no lo confirmaban.

La noche, como espacio abstracto, la protagonista de la fiesta. Se trataba de defender la cultura de calle que se hace en los bares. Cada grupo soltaba su arenga, su peculiar visión del asunto. Dirdam y Posesión apenas hablaron, sólo hicieron sonar con estruendo su potente, aunque veces risueño, rock duro.

El veterano grupo Abuelas fumadoras puso las cosas en su sitio. "La solidaridad bien entendida, empieza por uno mismo", dijo su cantante Juanjo Valmorisco al comenzar. Su actuación fue un claro ejemplo de la mezcla de culturas reivindicada en el sarao. Casando el rock case con el hip-hop, la música de baile y la juerga sana sin que nada chirriase. La noche acabó con un cambio de protagonista en la protesta del público: del alcalde a Clinton al saberse en la sala que acababa de bombarder Bagdad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_