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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

S.O.S.

Se dice del hombre que es un animal de costumbres porque se repite y se habitúa, tanto en errores como en cometidos y funciones de su vida cotidiana; es fácil que así sea en lo laboral, en lo social y en lo familiar, porque la propia dinámica de éste mundo que hemos creado nos impulsa a vivir un poco atolondrados e inconscientes del verdadero sentido y propósito real de la vida. Ello nos es grave porque nuestro libre albedrío abarca el elegir equivocarnos y viviendo en el error permanente sufrir, nadie nos lo impone. Dentro de ésta sociedad próxima y nuestra, existe un submundo desconocido para la mayoría de los seres infelices que vivimos en el mundo a nuestra voluntad y elección; ellos son los excluidos por excelencia hasta el límite de estar privados del derecho a equivocarse una vez más y elegir vivir en el error; tan sólo pueden elegir la forma de ver pudrir su dignidad humana y la degradación de su espíritu, dentro del submundo que alguien ha elegido por ellos, para ellos; la tortura y la cárcel es la mayor crucidad para un ser vivo. Aquí los estados tienen contraída una gran deuda social de carácter moral, que deben empezar a contemplar la manera de saldarla, humanizar la manera de aislar de la sociedad a las personas que presenten patologías graves que coarte la normal convivencia desde la falta de respeto ciudadano. Es inmoral el que sigan manteniendo en situación de guetos y condiciones infrahumanas a las personas privadas de libertad, valiéndose de que somos pocos los que tenemos conciencia de la cruda realidad, con el agravante que mas de la mitad de ellas no son culpables pues no han sido juzgadas y aunque lo hayan sido..."estaban dispuestos a apedrearla, todos le pedían cuentas, corrían atolondrados e inconscientes con piedras en las manos, hasta que los detuvo el maestro y con un flash de su palabra les hizo recobrar la consciencia por un instante, nadie lanzó la primera piedra, todos se vieron reflejados en almijar adúltera. Urge crear la figura del Defensor del Preso para conseguir ilusionarles con la idea de que lo único que han perdido es la libertad de desplazarse a voluntad por un tiempo, que el resto lo vayan recuperando poco a poco; sobra dinero para ello sin necesidad de crear nuevas partidas, tan sólo con humanizar no el gasto atolondrado sino la inversión con-ciencia es suficiente. Aquí se abusa y se apedrea en exceso y de manera arbitraria, sobre todo a los jóvenes informales e indecorosos. El amor no pide cuentas porque no conoce deudas...y El lo dijo "no os hallaréis en deudores".- Iulen Lizaso Aldalur. Hernani.

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