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EL JUICIO DEL CASO BANESTO

El ex jefe de la auditoría interna declara que Garro conocía los cheques de locales comerciales

Rafael Merino, jefe de la subdirección de auditoría interna de Banesto en la época de Mario Conde, declaró ayer que el ex director general de Servicios, Fernando Garro, conocía la llamada "operación locales", calificada como presunta estafa de 1.500 millones de pesetas, ya que tras un informe sobre dicha operación, en la que se ponían de relieve irregularidades, mantuvo una conversación en la que Garro le dijo que había diferencia entre lo escriturado y lo pagado.

La diferencia entre el valor escriturado y el efectivamente pagado en la compra de naves y solares en Madrid -unos 1.500 millones-había ido a parar a los vendedores. Según los informes de la policía judicial, fue el presunto testaferro del entonces director general Fernando Garro, Tomás Allende, quien administró, al parecer para Garro, los citados 1.500 millones de pesetas.Merino, jubilado ya, llevó adelante una declaración, en calidad de testigo, en la que las respuestas se atuvieron, salvo en pocos puntos, a una misma fórmula de dos palabras: "No recuerdo". La única variación consistió en que, a ciertas preguntas, contestó con un "no sé, puede ser, pero no lo recuerdo".

Fue tan evidente su obstinada resistencia a entrar en materias, que en cierto momento, el presidente del tribunal, Siro García, a quien no pasó inadvertida desde el comienzo la amnesia total del testigo, que le recordó: "Está usted bajo juramento".

Hubo algunas excepciones a la regla general, que fueron obtenidas en el momento en que tocó el turno a José Antonio Jiménez, letrado de Banesto, quien preguntó al testigo por el llamado documento 98.

Allí un miembro del equipo de auditoría interna, el subdirector Mario García Madridejos, dejaba constancia, en el mes de noviembre del año 1993, de que al presentar los datos de la sucursal de Banco Español de Crédito en Londres era necesario hurtar a los auditores externos "información sensible" a fin de que no advirtieran algunos créditos con problemas.

Documento sin firma

Merino dijo primero que no recordaba, pero que podía ser; más tarde, al reconocer una versión del documento señaló que no tenía firma y , finalmente, reconoció que si García Madridejos había redactado el documento alguien de la subdirección debió hacerle el encargo. Admitió también que si en efecto era cierto que se proponía quitar datos y documentos para que el auditor externo no pudiera conocer la situación real sin duda era un tema grave.Jiménez le preguntó después por su relación con Fernando Garro y la operación locales comerciales.

Merino, que ya ha declarado en calidad de testigo ante la juez Teresa Palacios, que habló con Garro tras elaborar un informe en la subdirección de auditoría interna, en enero de 1992, sobre los pagos realizados al comprar naves y solares, en el que se destacaba la existencia, cuando menos, de irregularidades fiscales. "El tema me preocupaba", confesó Merino. "Eso fue lo que le dije", añadió.

El abogado siguió con las preguntas. "¿Qué contestación le dio Fernando Garro?". "Que pagar de ese modo era una exigencia de los vendedores y que la diferencia se había entregado a los vendedores como dinero B". El letrado le recordó que ya en su informe se advertía que todos los talones librados por el Banco Español de Crédito en esta operación de locales comerciales se compensaron en una sola entidad, el Banco de Comercio, a lo que Merino contestó que, en efecto, así se hacía constar en el informe.

En la sesión vespertina de ayer del juicio, Javier Sáenz de Pipaón, que suele desarrollar una defensa muda, intervino y se vió claramente su intención, legítima, de enredar a Merino, con las fechas en las que Fernando Garro había pasado a ser director general de servicios de la entidad bancaria, en junio de 1989, por un lado y subrayó el nombre de Pedro Insauriaga, fallecido -¡ recurso socorrido pero tabla de salvación al fin- como jefe del subdirector Enrique Garde, que ha intervenido en la operación locales.

El letrado embarulló a Merino, impidiendo a veces que contestara, lo que originó una petición de Siro García, en el sentido de que existía interés por conocer las respuestas del testigo. La labor de Sáenz de Pipaón, esto es, la necesidad de confundirlo todo, es inevitable. Porque Fernando Garro dice desconocer todo lo referente a la operación locales comerciales

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