¿Eurodeporte?
El deporte en Europa, fundamentalmente el fútbol, sufre un proceso de comercialización tan acelerado que amenaza con modificar no sólo la estructura conocida (del club a la federación nacional, de ésta a la internacional), sino también algunas de las tradiciones seculares que movilizan el ocio de los ciudadanos, como las ligas nacionales o las propias selecciones. A partir de la sentencia Bosman (diciembre de 1995), el panorama muestra clubes cotizando en Bolsa, empresas financieras propietarias de varios clubes, magnates de televisión que toman posiciones en ligas y hasta agencias privadas que ofrecen la organización de una Liga Europea cerrada, exclusiva para los grandes equipos. Estos movimientos, de carácter evidentemente financiero, reclaman de paso una privatización radical de la estructura del deporte, al más puro estilo estadounidense. La cuestión a resolver es si en ese proceso no se pierden aspectos útiles y rasgos de identidad nacional que se le reconocen al deporte.La situación invita a reflexionar, y es lo que acaba de hacer la UE al elaborar un documento (Un modelo deportivo para Europa) en el que se plantea la demanda de cambio y a la vez la necesidad de vigilar las consecuencias de una comercialización exagerada, por los riesgos que entraña. En un texto sin respuestas, los Quince se preguntan si hay que imitar el modelo de EE UU o si debe construirse uno nuevo. El patrón americano quiere decir no solamente una separación total entre deporte aficionado y profesional, sino también ausencia de competiciones entre Estados de la Unión. Si California no compite con Tejas, España, por extensión, no lo haría contra Inglaterra. Y la selección europea sería nuestro representante internacional del mismo modo que contamos con una moneda común. ¿Será así el deporte en la Europa del siglo XXI? ¿Será bueno que así sea? ¿Será inevitable porque lo dicta el mercado?. La reflexión es de enorme trascendencia, porque el proceso puede no afectar tanto a nuestros bolsillos como a nuestros hábitos. E incluso a las más arraigadas afinidades sentimentales.
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