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Las placas

PACO MARISCAL En meses preelectorales, que son casi todos, la placa o la cuestión no carece de un cierto matiz cómico: aquí inauguran una plazoleta con cuatro árboles y foto; más arriba son seis kilómetros de capa asfáltica con cinta y foto del inaugurador de la asfaltada carreterita comarcal; en el pueblo vecino son ocho farolas y una cabina de teléfonos; y en el villorrio con que se tropieza al dejar a un lado la carretera del Estado, es un grifo de agua corriente y la tapa de una alcantarilla o sumidero de aguas pluviales. Con tono grave y ademán trascendente, el inaugurador pronuncia parsimonioso las frases de rigor, y ésas suelen girar en torno a la reivindicación histórica, ya satisfecha, o a la preocupación que siempre tuvo el presidente de la provincial Diputación por cubrir las necesidades de cuantos habitan el provincial territorio que está bajo su custodia. El solemne, ritual y casi litúrgico acto inaugural quedará grabado en placa y piedra: Siendo alcalde de la localidad y diputado de la ilustrísima Diputación de Castellón don Evaristo Canals López se remodeló esta calle de la Fonteta y se colocó el grifo de agua corriente y clorada que a partir de la fecha queda a disposición y servicio del vecindario. Más abajo la fecha. Y el texto se redacta en valenciano cuando la geografia idiomática, autonómica y provincial, lo aconseja; y con ello justifican los inauguradores el cumplimiento preceptivo de la Llei d"Us que en su día redactaron y aprobaron los padres de la patria valenciana. Tiene gracejo, y es divertido y casi rutinario. Y los valencianos, también los de Castellón, agudizan el ingenio bautizando y apodando actitudes y políticas de esta índole, por mor de no perder la alegría y el expresionismo idiomático que tenemos a gala. Hace casi un siglo bautizaron los castellonenses el caciquismo clientelar, provincial y electoral, con el nombre de cossi, o barreño con la ropa sucia para la colada; el alcalde de la capital de La Plana, empeñado en quitar barro y polvo de las calles con los adoquines de los años cincuenta, se adornó con el apodo popular de Carlos el empedrador, nombre de resonancias épicas muy en consonancia con las rutas imperiales tan en boga por entonces; Antonio Tirado, primer alcalde democrático de Castellón en 1979, que ayer militaba en el PSOE y hoy en las finanzas, plantó árboles y adornó algunos rincones urbanos de la ciudad, y logró el título menos legendario de Tonico Placetes; en fin, el actual vicepresidente de la provincial Diputación y alcalde del PPCV de La Vall d"Alba, político con mostacho siciliano y dinamismo inaugural en el cuerpo, ha sido rebautizado por sus paisanos con el nombre de Paco Plaquetes, porque siendo alcalde y diputado provincial y representante del provincial presidente Carlos Fabra y todo lo demás, pasará a la historia pétrea de las placas electorales o electoralistas, que salpicarán hasta que el tiempo, la contaminación o el mal de la piedra las borre, los provinciales rincones de la geografía castellonense. Y, mientras, la mayoría de los ciudadanos de la Capital de La Plana tendrán que contrarrestar la adversidad en cuestión de infraestructuras con la entereza de ánimo: el enterramiento de las vías del ferrocarril, a punto de inaugurar, no supondrá en 1999 el fin de las vías como barrera urbanística de la ciudad.¡Placas!

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