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Cita anual con el maestro

Un oficio y un maestro les unen. Son las costureras que trabajaron con Cristóbal Balenciaga. Como cada año por Santa Lucía, patrona del gremio, algunas se reunirán hoy. Esta cita anual es su particular homenaje al gran diseñador de alta costura de Getaria, uno de los modistos que se negó a participar en la revolución que desencadenó la aparición del pret-a-porter. El oficio ha cambiado radicalmente desde los días en que Balenciaga se vio obligado a cerrar el negocio, ante su rechazo a la popularización de la moda que supuso el pret-a-porter. Tampoco el taller que tenía en la céntrica avenida de La Libertad se pudo salvar de la clausura. Algunas de las antiguas empleadas de aquel taller se reúnen todos los años el día de Santa Lucía para homenajear al desaparecido modisto que dedicó la mayor parte de su vida a diseñar prendas para la alta sociedad europea. "Este año somos 23, aunque otras veces hemos llegado a juntarnos más de 70. Algunas están ya demasiado mayores y otras, simplemente, no están", explica Mari Carmen Forcén una de las costureras que participarán en esa reunión salpicada de recuerdos. Ellas aún recuerdan con añoranza cuando se colaban para poder presenciar en vivo las colecciones de Balenciaga, algo que tenían totalmente prohibido. O cuando copiaban los patrones del vestido a escondidas para confeccionarse uno para ellas mismas. Pero, a pesar de ser empleadas de un ilustre de la moda como era Balenciaga, algunas trabajaban fuera del taller para ganar un sobresueldo y llegar así a final de mes. Para la mayoría de las costureras que trabajaron entre los años 30 y 60, "el trabajo de modista es una vocación". "Si no te gusta, es imposible aguantar tantas horas en el taller dejándote la vista", dice Mari Carmen Forcén. Algunas cambiaron de oficio, otras no. Y aunque la mayoría ya están jubiladas, siguen cosiendo para su familia y amigos "por hacerles un favor". Y es que sostienen que, como decía el señor Balenciaga, para que una prenda siente realmente bien, debe estar hecha a medida. "Todos tenemos un hombro más caído que el otro, las caderas anchas o cualquier otro pequeño defecto que se puede solucionar o, por lo menos, disimular". Este veterano grupo de costureras afirma que la confección sigue siendo buena en general. "Lo que más ha cambiado es la calidad de los materiales, aunque también es verdad que se dedica menos tiempo a la elaboración de la prenda", apunta Mari Carmen Forcén. Las mujeres que trabajaron con él lo definen como "muy exigente en su trabajo, pero una gran persona". Durante décadas, muchas de ellas tuvieron que pasar noches en vela para terminar o retocar prendas. "Muchas veces don Cristóbal se quedaba con nosotras toda la noche porque la colección tenía que estar finalizada para la mañana siguiente", rememora Mari Carmen. Eran los años en que Balenciaga paseaba con orgullo sus grandes creaciones de estilo sobrio por medio mundo.

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