Un interminable rosario de asesinatos

Las matanzas terroristas islamistas en Argelia se suceden con ritmo macabro. A pesar de los repetidos anuncios del Gobierno y de la clase política del avance en "la recuperación de la paz y el retroceso de la violencia", es decir, de los actos terroristas, la población vuelve a sentir la espada de Damocles sobre sus cabezas. La nueva matanza de Tayena, con 45 víctimas, está ahí para recordárselo.El mes de Ramadán más sangriento vivido en Argelia desde el comienzo de la crisis en 1992 fue el del año pasado, que se cobró 1.500 víctimas y en el que fueron perpetradas las carnicerías más horribles. Las matanzas de Sidi Hamed y de Bentalha en la Mitiya, a las puertas mismas de la capital y en una zona de fuerte concentración militar, batieron un triste récord con más de 600 muertos entre ambas. Las de Suk el Had, Had Chekala y Ain el Hayar le siguieron en ferocidad y número de muertos, si bien estas últimas se sitúan en el área geográfica comprendida por el enorme macizo montañoso de Uarsenis, a 250 kilómetros al suroeste de Argel, donde centenares de individuos armados, de ambos sexos, pusieron en jaque a las fuerzas antiterroristas. Terminado el mes de Ramadán se produjo una nueva matanza, esta vez en Uled Buyaich, con 47 muertos. Aunque la mayoría de las matanzas terroristas se producían siguiendo el mismo escenario (poblados aislados, dificultad de acceso, falta de medios de comunicación locales y siempre operando en plena noche), algunas de ellas fueron perpetradas al atardecer y en lugares cercanos a zonas de gran población, lo que alimentó en su momento sospechas sobre la existencia de complicidades de los grupos terroristas entre fuerzas paralelas del propio Estado. Sospechas que nunca fueron del todo levantadas a pesar de los informes favorables al Gobierno y a sus fuerzas de seguridad realizados por las misiones de observación internacionales como la llevada a cabo por una comisión de la ONU dirigida por el ex presidente portugués Mario Soares.