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Pujol frena las presiones de su partido para que reforme el Gobierno catalán

Jordi Pujol puso freno ayer a la presión creciente que recibe de su propio partido -Convergència Democràtica- para que reforme el Gobierno catalán y agote la legislatura en lugar de anticipar las elecciones autonómicas. El presidente de la Generalitat sigue prefiriendo avanzar los comicios a marzo de 1999 (la legislatura terminaría en noviembre), aunque en las últimas semanas ha acusado recibo públicamente del deseo contrario de su partido. No obstante, ayer decidió frenar esas presiones defendiendo la labor de todos los miembros de su Gobierno y calificando de "fantasía" cualquier reforma del Gabinete antes de la cita con las urnas autonómicas, independientemente de que ésta se produzca en marzo o en noviembre.

Las informaciones y especulaciones sobre si las elecciones catalanas serán en marzo o en noviembre de 1999 están adquiriendo ya categoría de culebrón político. A medida que se acerca el día en que Pujol descubrirá sus cartas -an-tes de fin de año, cuando los presupuestos de la Generalitat y del Estado estén aprobados-, crece la presión de quienes pretenden que el presidente catalán desista de su idea de adelantar los comicios a marzo.Entre los partidarios de que Pujol agote la legislatura y deje las elecciones para noviembre están el aparato y los cuadros territoriales de su propio partido. Éstos, encabezados por el secretario general y el de organización, Pere Esteve y Felip Puig, piden a Pujol desde hace tiempo que, en lugar de avanzar los comicios, acometa de inmediato una profunda reforma de su Gobierno para potenciar la imagen de que el proyecto nacionalista, lejos de estar acabado como pretenden los socialistas, es dinámico y tiene voluntad de futuro.

Pujol quiso frenar ayer un nuevo rebrote de estas presiones internas con una declaración pública contundente. "El Gobierno catalán está actuando bien, con intensidad y eficacia; un posible cambio de consejeros es una fantasía", dijo el presidente catalán. Y a continuación desmontó, paso por paso, la quiniela de candidatos al cese que medios convergentes barajaban estos días. "El consejero de Industria, Antoni Subirà, está haciendo una política industrial positiva y consiguiendo muchas inversiones extranjeras", abundó Pujol. "El de Enseñanza, Xavier Hernández, está aplicando la reforma educativa más y mejor que nadie en España. Al de Bienestar Social, Antoni Comas, le están copiando su trabajo en todas las comunidades autónomas. El de Cultura, Joan Maria Pujals, ha hecho una ley del catalán muy discutida en su momento, pero que ahora se demuestra que permite el progreso del catalán sin crear problemas de convivencia. Y el de Agricultura, Francesc Xavier Marimon, ha tenido una actuación positiva y combativa, como en el caso de la peste porcina".

La sombra de Maragall

La dirección convergente apuesta decididamente por el agotamiento de la legislatura para que la cita electoral autonómica no reste recursos a las campañas de los alcaldales nacionalistas en las municipales de junio próximo. También piensan los defensores de la opción de noviembre que la imagen del candidato socialista a la Generalitat, Pasqual Maragall, se deteriorará más cuanto más larga sea la precampaña. Pero el aparato de Convergència tiene aún más razones para preferir noviembre a marzo. Si Maragall venciese a Pujol en marzo, lo más lógico sería que los socialistas arrebatasen un buen número de alcaldías a los nacionalistas en junio a causa de un previsible efecto dominó. Por el contrario, si esa hipotética victoria de Maragall sobre Pujol se produjera en noviembre, después de las municipales, los ayuntamientos nacionalistas quedarían a salvo de la ola socialista y se convertirían en un buen refugio desde el cual CiU podría empezar a recomponer sus filas.En la otra orilla, los partidarios de marzo subrayan que si Pujol deja las elecciones para noviembre, CiU quedará en manos del PP en la negociación de los Presupuestos del Estado del año 2000. Es decir, si CiU no satisficera todas las demandas del Gobierno central en esa negociación presupuestaria -con lo que eso representaría en plena campaña electoral autonómica-, José María Aznar bien podría convocar las elecciones generales para el mismo día que las autonómicas. Esta última posibilidad horroriza a los nacionalistas catalanes, ya que todos los cálculos apuntan que perjudicaría seriamente los intereses electorales de CiU en beneficio del PP y del PSC.

De esta opinión son los dirigentes de Unió, cuya cúpula, por boca de Josep Antoni Duran, se pronunció ayer en contra de una reforma del Gobierno catalán.

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Los convergentes partidarios de la reforma gubernamental desean también que Pujol apreveche la oportunidad para dar carta de naturaleza como su delfín al actual consejero de Economía, Artur Mas, nombrándolo conseller en cap. La dirección de Unió, por el contrario, ya ha hecho saber a Pujol que no aceptará una decisión de este tipo.

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