_
_
_
_
_

La Audiencia reabre el caso del guardia real muerto de un tiro en la nuca en El Pardo

Jan Martínez Ahrens

El caso se resume así. Noche del 3 de julio de 1997, en el Cuartel del Rey, dentro del Real Sitio de El Pardo. Un centinela, el condecorado cabo Antonio Salinas Garmendia, de 22 años, recorre los jardines de la zona de carros. Son las 23.30 y su patrulla está punto de concluir. En ese momento, el cabo da la voz de alerta por el radiotransmisor: "¡Intruso, intruso por la puerta de los carros!". El aviso se repite; le acompaña un disparo, luego una ráfaga de subfusil. Minutos después, el cadáver de Salinas es hallado con un tiro en la nuca y boca abajo. Esos fueron los hechos. Para la familia del militar se trató de un crimen, pero el juez instructor, basándose en el informe policial, archivó el caso como suicidio. Ahora, ante la persistencia de las incógnitas, la Audiencia Provincial de Madrid ha reabierto el caso y ordenado la práctica de nuevas pruebas.

Más información
La bala perdida

Entre las pruebas que la Sección Tercera de la Audiencia de Madrid ha ordenado practicar figura la reconstrucción de los hechos con un soldado de talla similar a la del fallecido. Efectuada hace dos semanas, esta simulación no ha dejado satisfecha a la familia del cabo. En su ánimo pesan las dos veces que el titular del Juzgado de Instrucción número 35, Pascual Fabia Mir, ha archivado el caso. Un sobreseimiento que, como recuerda la Audiencia Provincial, no ha sido arbitrario, sino que se ha erigido sobre la base de 11 motivos (enumerados en los autos), a los que la familia, en sus recursos, ha contrapuesto otros tantos argumentos.Éste es un resumen de este debate entre juez y familia, que ofrece dos visiones opuestas sobre un mismo hecho.

Extraños en el cuartel. El primer argumento del juez instructor es que no se han encontrado indicios de la presencia de extraños en el lugar de los hechos, el Cuartel del Rey. La familia responde que el aviso que dio el cabo antes de morir -"intrusos, intrusos"- e incluso los disparos que efectuó son indicios suficientes.

¿Hubo pelea? Para el instructor, la falta de rastros de pelea o de defensa en la víctima o en la zona donde fue hallado el cadáver descartan la hipótesis del crimen. La abogada de la familia del cabo Salinas recuerda que, aparte de la llamada de auxilio, la cadena que llevaba el militar al morir apareció rota y a distancia, lo que refiere a una agresión.

Los restos de pólvora. El titular del Juzgado de Instrucción número 35 sostiene que la existencia de residuos de pólvora en la mano derecha del fallecido prueba que fue él quien efectuó el disparo mortal. Para la familia, este hecho, sea cual sea la causa de la muerte, lo único que prueba es que el cabo vació el cargador antes de morir. Bien pudo hacerlo para repeler una agresión.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

La trayectoria de la bala. El disparo mortal, insiste el juez de instrucción, se efectuó a muy corta distancia y de abajo arriba. La familia no lo niega, pero argumenta que esto por sí solo no excluye la participación de terceros, como de hecho el informe forense reconoce.

Los cartuchos. Uno de los argumentos de más peso esgrimidos por el juez Fabia para validar la hipótesis de que el cabo se mató con su propia arma es que las cuatro vainas percutidas halladas junto al cadáver se corresponden con los cartuchos del cargador del soldado y que además fueron disparadas por su subfusil. El instructor añade que se pasó revista a la dotación de munición de todos los componentes de la guardia y que ésta estaba completa. La respuesta de los padres es igualmente contundente: no se ha encontrado la bala que ocasionó la muerte y tampoco consta que las vainas percutidas correspondan a este buscado proyectil. "Tampoco sabemos si, al devolver la munición, alguno de los soldados, que no podemos olvidar que corresponden a diversas unidades, devolvió todos los cartuchos", añade en su escrito a la Audiencia la abogada de la familia.

El subfusil. Otro dato aportado por el Grupo de Homicidios de la Policía Judicial para validar la teoría del suicidio es que el subfusil del cabo estaba montado en posición de tiro a tiro y enganchado a la hombrera derecha de la chaquetilla del uniforme. Para la letrada de la familia, este hecho conduce precisamente a una tesis contraria a la del suicidio. No cuadra que el cabo se disparase cuatro veces y, sobre todo, tampoco se ajusta a la trayectoria del tiro que el correaje del arma estuviese enganchado en la hombrera izquierda, ya que el disparo fue precisamente de derecha a izquierda.

Biografía del fallecido. El juez instructor remacha su hipótesis del suicidio con dos datos: el cabo Antonio Salinas Garmendia no sólo se había mostrado muy preocupado en días anteriores con motivo de un asunto amoroso, sino que carecía de enemigos que pudieran desearle la muerte. La familia niega rotundamente que Salinas atravesase crisis alguna y recuerda que el joven acababa de superar el examen de ascenso a cabo, se proponía apadrinar a un sobrino y que en su expediente no figuraban datos de depresión o vida frustrada. Por último, la familia señala que la diligencia del levantamiento del cadáver afirma que el subfusil, la supuesta arma del suicidio, apareció debajo del cadáver de la víctima, hallado a su vez boca abajo. "Si ya era inverosímil el disparo tal y como se pretende , mucho más lo es en la posición en que fue encontrado el subfusil ", señala la abogada en su escrito.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_