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Liga cañí

Tereixa Constenla

Toreros: 7, Artistas-Periodistas: 6. Alineaciones: famosas. Árbitros: Ito (Betis) y Tsartas (Sevilla). Unos 4.000 aficionados en el Sánchez Pizjuán, que coreaban "¿Qué apostamos?". Antonia De"ll Ate tambaleó la integridad de un cámara con el saque de honor, que debió repetir. Terreno en mejores condiciones que sus usuarios. Recaudación a beneficio de proyectos asistenciales de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Triana. A pecho, a pecho se lo tomó Antonio Sivianes, que se desgañitaba entre calada y calada, y recorría impaciente la banda, arriba y abajo. Sivianes, el míster del gremio de luces, se enfadó casi con todo su cuadro. Un profesional. Sivianes no es humorista, ni torero, ni periodista, ni famoso. Es agente de policía, taurófilo a machamartillo y visceral. Así que se peleaba con los suyos abiertamente -alguno amagó con irse al vestuario y no saltar al campo después de aguantar un breve chaparrón-, por aquello del honor y porque Sivianes, en realidad, se ha preparado para entrenar. Alfonso, el jugador del Betis, y Diego Pantoja, que gobernaban al alimón el banquillo de artistas-periodistas, sobrellevaron la faena con más calma y humor. "Ahora voy yo al teatro Imperial y te traigo dos", dijo Pantoja en el vestuario para tranquilizar a Toño Martín, preocupado al descubrir que carecía de portero suplente. Martín evitaría después algún gol con la sofisticada táctica de tropezarse casualmente con el balón y desparramarse sobre él. El duelo entre banquillos se zanjó ayer con un resultado apretado, honroso, alejado del sofocón del año anterior, aquel 18-3 que humilló al batiburrillo de antiguos deportistas-artistas-informadores. El 7-6 estuvo, además, en un tris de acabar en plena igualada. Como en la vida real, Calderón, el ex-jugador bético, falló un penalti en el minuto agónico, antes de que Ito -el árbitro de la segunda parte- pitase el final. El fútbol iba y venía. Vamos, que no siempre estaba en el campo. Hasta Gordillo, otro-ex del balompié, se enfrascaba en peleas de mentirijillas sobre el césped con el contrario, emulando a dos niños que se disputan el control de la alfombra familiar. Lo de Enrique Ponce fue distinto. El crack del encuentro -los dos primeros goles fueron suyos- casi podría haber elegido entre los toros y el fútbol. Hasta el entrenador del Valencia, Claudio Raineri, pareció tentado de ficharle después de compartir un entrenamiento con el diestro hace unos meses. Pero, los toreros no sacaron gran ventaja de su poderío físico. César Cadaval, la mitad de Los Morancos, tripita en ristre, marcó dos goles de gran valor anímico: igualaron el marcador en la primera mitad (2-2). Su hermano, desde la tribuna, los celebró como suyos. Los excesos, sin embargo, suelen pasar factura. Arévalo,que reserva sus carrerillas para hilvanar una gracia con otra, fue la primera deserción -voluntaria- del encuentro. En el descanso, comentaría sobre la desigualdad entre ambos equipos: "Si los artistas se preparasen un poco, probablemente se lo pondrían difícil". Y, como quiera que pensó que se había olvidado de alguien, matizó corriendo: "Y yo también, ¡qué barbaridad, si yo también soy artista!". A pesar de los trotes semiagónicos de algunos, abundaba la resistencia a desertar. Para que El Mani, cantaor de perímetro generoso, abandonase el campo, su entrenador Diego Pantoja recurrió a un reclamo irresistible: "Venga, que ya está el arroz puesto". Y salió.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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