Perros, gatos y personas
De pronto, sin darme cuenta, me he debido volver viejo, anticuado o incomprensible; ya no sé distinguir entre lo normal y lo anormal.Nos parece normal que nuestro gato nos tenga arañado y lleno de pelos el sofá, y anormal que nos tumbemos en él con las zapatillas puestas.
Nos parece normal, e incluso bonito, darle un besito en el morro sabiendo que momentos antes estuvo lamiendo los excrementos de los pájaros que se posaron en la ventana o una mosca que pilló. Nos parece normal ver a un señor con pinta respetuosa esperar a que su perro termine de evacuar junto a un árbol, y anormal si un niño de tres años está orinando en el mismo árbol. Nos parece de humanos y de una sensibilidad especial recoger un perro que está pasando frío, sucio, tiñoso y enfermo, llevarlo a nuestra casa, cuidarlo y quedarnos con él, y no nos parece lo mismo ese niño sucio, despeinado y no sabemos si enfermo, porque nunca lo llevamos a nuestra casa.- . .
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