El efecto champiñón
Ibi consolida la diversificación de su industria y desarrollo de la empresa auxiliar en torno a su cuarto polígono
Cuando algo aflora con rapidez se compara con los champiñones. Los empresarios de Ibi, en la comarca de la Foia de Castalla, con una gran tradición juguetera, opinan que éste podría ser el caso de las industrias surgidas en torno al polígono Alfaç II. Con una extensión de 351.706 metros cuadrados, se trata de la cuarta gran área industrial que emerge de Ibi. En poco menos de año y medio el Alfaç II ha sido ocupado por pequeñas empresas auxiliares de matricería, moldes e inyección de plásticos distribuidas en parcelas de unos 500 metros cuadrados, pero que han comido terreno a las fábricas de juguetes. Esta súbita expansión de la industria ibense se produce en la última década. El profesor de Geografía Humana de la Universidad de Alicante, José Ramón Valero, recuerda que el negocio del juguete que ahora sostiene la Foia de Castalla surgió a principios de siglo vinculado a la familia Payá. Según Valero, la empresa familiar de los Payá llegó a convertirse en la primera del estado y derivó "en una mayor concentración de industrias jugueteras, que no ha bajado del 40% de la producción nacional". Cataluña es la única comunidad con una concentración similar. Con los años 70 llegó la crisis que cambió el rumbo de la industria. "Desaparecieron empresas señeras como Payá Hermanos, Rico S.A. y Jyesa en Ibi, y de Toyse, Vicma, Berjusa o Berenguer Hermanos en Onil. Hubo una fuerte reducción de empleo directo unida a una diversificación industrial", señala el geógrafo. El cierre de empresas fue más notable en los años 80, "se cerraron las tres fábricas pioneras del juguete en Ibi y casi todas las empresas muñequeras medias de Onil", añadió Valero. De nuevo descendió y se precarizó el empleo y bajó la producción. A partir de 1989 afloraron los pequeños talleres, cuyo origen se remonta a la posguerra española cuando ya surtían a las firmas grandes. Hoy estos talleres, que solían ocupar las plantas bajas del casco de Ibi han cambiado su apariencia en el nuevo polígono. De las 122 parcelas en que se ha distribuido el Alfaç II tan sólo hay tres para casas de juguetes. Entre ellas está Injusa, que en dos años espera trasladar su sede a la mayor parcela de este polígono, de cerca de 25.000 metros cuadrados. Injusa emplea a 125 empleados en temporada alta y unos 65 el resto del año. Es una de las señeras de Ibi con algo más de 2.000 millones de pesetas de facturación. Sus gestores aseguran que ha sido pionera en fabricar juguetes grandes para exteriores, estrategia que salvó a Feber de su crisis. Luis Berbegal, gerente de Injusa, no esconde su satisfacción por la situación privilegiada que ocupará la planta de producción en el polígono, rodeado de naves de procesos industriales que realizan gran parte del trabajo externo. "El beneficio es mutuo", dice Berbegal, "estas pequeñas empresas proveen a las grandes y tienen trabajo gracias a ellas, al tiempo que suponen un ahorro en personal y maquinaria a las grandes". Según Berbergal, ésto ha sido posible porque la industria de Ibi está muy "democratizada" y se han ofrecido ventajas a todos. No en balde la Oficina de Promoción Económica local, Aproibi (entidad encargada de la adjudicación de parcelas) ha atendido la petición de suelo industrial de más de un centenar que pequeñas sociedades. Una de ellas es la de José Molina y Valentín Pina, Prototipos Industriales CB. Pina sufrió las consecuencias de la reducción de plantilla en Feber y montó la empresa con su socio, que dejó su empleo en Famosa. "Hoy tenemos clientes en toda España". Victoria Granda, directora de Aproibi, calcula que en breve se superará el millón de metros cuadrados de suelo industrial en Ibi, una localidad de no más de 23.000 habitantes.
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