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Reportaje:

Los 'raulitos' de San Cristóbal

El modesto club donde emergió la estrella del Real Madrid sigue alimentando los sueños de los niños

El gol de Raúl en la Copa Intercontinental del martes ha dado la vuelta al mundo. Japón lo aplaudió. Brasil enmudeció y el resto se asombró. San Cristóbal de los Ángeles, por su parte, el barrio en el que dio sus primeras patadas el delantero del Real Madrid, se hinchó de orgullo.San Cristóbal es un conjunto de edificaciones de gran altura pegado a la carretera de Andalucía. Un coqueto campo de fútbol de tierra es su mayor extensión baldía. Y allí existe un club, el San Cristóbal, que no deja de dar salida a los chavales del barrio que quieren jugar. Así lo hizo hace 10 años con Raúl y ahora forma a otros 182. El entusiasmo de los críos contagia a los padres. Sin embargo, éstos no piensan en la posibilidad de que el hijo se haga millonario. "Van a pasar muchos años hasta que salga otro como Raúl", apunta Luis López, de 42 años, padre de Lucio. Su hijo tiene ocho años y juega en los benjamines del San Cristóbal. Conoce a Raúl y dice que es su amigo. Su madre lo explica: "Coincidí con él al sacarme el carné de conducir en el barrio y mi niño iba a verle. Raúl se hizo amigo de él, le regaló alguna foto y le dio algún que otro consejo".

Lucio es un ejemplo de amor incipiente al fútbol. "Sale a la calle y tiene que llevar un balón entre las manos y cuando está en casa no deja de jugar en el pasillo", apunta el padre.

Francisco Palomino es otro cachorro del San Cristóbal. Tiene 10 años y juega en el alevín. Venera al delantero del Real Madrid. "La última vez que vino Raúl al bar de su peña del barrio, estuvo tres horas parado esperándole", comenta su madre, Mari Carmen.

Pero Raúl no viene mucho por San Cristóbal y algunos le encuentran una explicación lógica. "Ha venido dos veces desde que se fue; la primera fue una locura y la gente no le dejaba ni andar, y la segunda, que vino de incógnito, acabó igual", señala Miguel, el guarda del campo del San Cristóbal, quien añade: "Su vida ha cambiado mucho. Ha pasado de vivir en un barrio de obreros a otras cosas". Aun así, la sombra de Raúl se proyecta en los partidos de los sábados de las categorías inferiores, y hay una frase que no deja de pronunciarse al primer atisbo de calidad: "Ahí tenemos otro raulito".

Uno de los culpables es Vicente García. Entrena la plantilla B de alevines y fue el primer entrenador de Raúl. Lo tuvo de los nueve a los 12 años. Ahora presume de plantilla. "Tengo un equipo casi tan bueno como en el que jugó Raúl. Miguelín y Cristian pueden llegar a algo si se lo proponen". Sin embargo, Vicente muestra un cariño especial por Raúl, al que le sigue llamando "mi niño": "La furia y el ansia de victoria de mi niño no lo tiene nadie. Siempre que perdía, lloraba". Ahora, sus caminos se han separado vertiginosamente. Raúl se ha hecho multimillonario, y Vicente está en el paro desde 1991, cuando cerró Thomson, la fábrica en la que trabajaba. Tiene 58 años y cobra 51.000 pesetas al mes. A los niños les entrena gratis.

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