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Más de 100 partidos en liza

Las próximas elecciones indonesias van a ser una espectacular novedad para este país de más de 200 millones de habitantes que se proclamó independiente de Holanda en 1945 y que hasta la llegada de Yusuf Habibie sólo había conocido dos autócratas: Sukarno y Suharto. Las últimas elecciones libres fueron en 1955. Suharto, caído en mayo tras 32 años de dominio absoluto, creó un sistema parlamentario a su medida en el que el voto era un ejercicio formal que no modificaba un ápice el resultado sabido de antemano: victoria abrumadora del Golkar, el partido del Gobierno. El 7 de junio habrá más de 100 partidos en lucha por un escaño en la Asamblea Consultiva Popular (MPR, Parlamento).Las últimas elecciones, celebradas en 1997, sólo fueron disputadas por tres partidos, los mismos que ahora tienen la misión de crear una nueva estructura para el futuro Parlamento democrático. La actual MPR cuenta con 1.000 legisladores, divididos en dos cámaras de 500. Una de ellas la componen miembros nombrados a dedo por el presidente y en la otra se sientan 425 diputados, elegidos en las urnas entre los tres partidos legales, junto a 75 militares. Son ellos quienes están discutiendo ahora cómo será la nueva MPR: cómo se integraran las dos cámaras, cuántos escaños habrá, qué representación tendrán los militares, sometidos a un traumático recorte de sus atribuciones en relación con la sociedad civil. Lo que sí se puede aventurar es que la Cámara lo pasará mal si quiere seguir manteniendo el característico consenso indonesio. Es probable que el primer grupo sea el Partido Democrático de Indonesia de Megawati Sukarnoputri, hija del padre de la independencia, seguida de otros partidos de orientación exclusivamente islámica, entre cuyos líderes destacará Amien Rais, quien mejor capitalizó la revuelta estudiantil de mayo.

Para las elecciones presidenciales de agosto, Megawati y Amien Rais serán cabezas de cartel, salvo que la salud no impida presentarse a Abdurrahman Wahid, un intelectual islámico tolerante y partidario de no mezclar política y religión, con decenas de millones de seguidores, que tiene como principal obstáculo la ceguera y una delicada salud. Wahid y Megawati hablan como si fuesen del mismo equipo, y el hueco que uno deje lo cubrirá la otra.

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