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Maragall augura que Convergència "estallará" cuando no esté dirigida por Pujol

Enric Company

VIENE DE LA PÁGINA 1 Pasqual Maragall se mostró ayer consciente de que para levantar su movimiento por el cambio necesita tiempo. Lo único que pudo presentar como apoyo externo a su partido fue el apoyo que le han prometido dos minúsculas organizaciones: el Partido Demócrata Liberal (PDL) y Acció Catalana Republicana (ACR), y si las elecciones autonómicas se adelantan al mes de marzo, le queda muy poco tiempo. Por eso Maragall insistió una vez más en que la legislatura debe culminar en noviembre de 1999, como corresponde. "Si son en marzo, ganaremos igualmente", aseguró, a pesar de que no podrá tener la alternativa tan bien preparada como desea si la legislatura llega hasta el final. Criticó que el presidente Jordi Pujol especule con las fechas electorales en función de sus conveniencias a pesar de que el PP le garantiza la mayoría parlamentaria para gobernar. "Lo que hay que hacer cuando se tiene mayoría es gobernar". Animado por la receptividad de la audiencia, Maragall se lanzó. "Convergència está tan centrada en una sola persona, Pujol, que estallará cuando no esté dirigida por él". A la evidencia de que este momento está cada día más próximo atribuyó la radicalización de las juventudes del partido de Pujol. Admitió que un cierto radicalismo juvenil entra en la lógica de los partidos, pero afirmó: "En Cataluña ya estamos hartos de esta dialéctica, basada en dar una de cal y otra de arena". Contra la ambigüedad Criticó Maragall que mientras las juventudes de CDC piden la independencia de Cataluña, la dirección del partido defienda la Constitución; pero que lo haga también al mismo tiempo que el propio Pujol dice que España no es una nación, en contra de lo que proclama la Constitución. Se mostró convencido de que esta actuación ya no satisface ni a los electores convergentes, entre los que, según dijo, recibe frecuentes expresiones de apoyo. Incluso explicó que un afiliado de Convergència desde 1976 le aseguró semanas atrás que le votará "porque está a favor de Pujol, pero en contra de lo que tiene detrás". Frente a la política ambigua y contradictoria de CDC, Maragall dijo que Cataluña debe tener un proyecto para España, plantearlo abiertamente, defenderlo y explicarlo al resto de España. Según el candidato socialista a la presidencia de la Generalitat, esto es lo contrario de lo que Pujol ha hecho al reivindicar de la forma como lo ha llevado a cabo la eliminación del déficit fiscal de Cataluña respecto del Estado. "Ahora quieren hacer movilizaciones, quieren llenar el Palau Sant Jordi. Es una equivocación. Es como la pitada al Rey que organizaron hace 10 años en el estadio olímpico. No sirve absolutamente para nada", aseguró. Dicho esto, quedó claro que Maragall quería tomar distancias respecto de Pujol en el debate sobre la financiación autonómica. Formuló el siguiente diagnóstico: Una parte de los problemas de la financiación autonómica se deben a la insuficiencia del sistema; otra parte a la escasez de la inversión pública de la Administración central en Cataluña. Pero otra parte muy grande son los problemas acumulados por la gestión del Gobierno de Pujol. De ahí, dijo, que si Cataluña no plantea una propuesta general para todo el sistema y se mueve sólo para resolver su problema, lo único que conseguirá es "crear un nido de recelos y de sospechas". El título de la conferencia de Maragall era Cataluña y la vertebración del territorio. A esta materia dedicó su intervención inicial. Defendió la necesidad de articular Cataluña a partir de su sistema de ciudades; favorecer la colaboración entre comarcas, crear siete regiones e impulsar las infraestructuras que cohesionen el territorio. La dimisión de 1997 El ex alcalde de Barcelona explicó también por qué razón dejó su cargo en 1997 en vez de hacerlo en 1993, después del éxito cosechado con la organización de los Juegos Olímpicos. "En 1993 debía demostrar que podíamos pagar los Juegos", dijo. Para superar el síndrome posolímpico, el Ayuntamiento barcelonés elaboró un plan estratégico de futuro, que fijó nuevos objetivos y puso en marcha nuevas colaboraciones. En 1997 eso estaba ya claro. Y hoy lo está el Ayuntamiento de Barcelona, recordó.

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