"En Madrid, las galerías tienen que competir con el fútbol"
Por el modo de hablar sereno, casi tímido, de Celina Pérez Arauna cuesta relacionarla con los cuadros que pinta o con sus grabados; viscerales, cargados de violencia. Tampoco encaja en la imagen tópica del artista plástico; bohemio, refugiado en su soledad, atormentado y que toma el pincel sólo cuando lo golpea esa inefable luz que llaman inspiración. No. Desde su adolescencia, hace tres décadas, esta mujer, nacida en Santander, comparte la investigación y un metódico trabajo en el taller con la vida de familia junto con su esposo y sus dos hijos. Tomó decenas de cursos específicos y su obra (para algunos, minimalista; para ella, abstracta a secas) fue presentada en siete exposiciones colectivas -en Madrid, Barcelona y Santander- y una individual -en 1995- en la galería Fernando Silió, de su tierra natal. Ella asegura que la exhibición de sus obras en público ha sido escasa por una decisión personal. A partir de hoy, y hasta el 9 de enero, se presenta por primera vez en Madrid una muestra individual suya, en la galería Egam (Villanueva, 29).Pregunta. ¿Cómo se sobrevive hoy en el mundo del arte?
Respuesta. No es fácil conseguir galerías para exponer ni tener tiempo para trabajar en serio. Eso hace que muchos pintores con talento tengan que abandonar la carrera. Es casi imposible comer de esto.
P. ¿Por qué tardó tanto en exponer en Madrid?
R. Hace mucho que quería presentar mis obras aquí, pero no siempre se puede hacer con seriedad. En esta ciudad hay una oferta cultural enorme. Los galeristas, antes de organizar una inauguración, tienen que estar atentos a la agenda de espectáculos y presentaciones en los grandes museos. Evitan incluso la coincidencia de la fecha de apertura de una exposición con un partido de fútbol. Es lógico, el fútbol mueve más que la pintura.
P. ¿No cree que se podría acercar el arte al público?
R. Lo ideal sería que la gente pudiera acceder a comprar cuadros. Que no se fijen precios desorbitantes. Es frustrante pintar, exponer y después regresar a casa con las obras.
P. ¿Qué caracteriza su método de trabajo?
R. Paso ocho horas diarias en el taller. Desecho, investigo, pruebo. Así, cuando llega la inspiración, ya estoy trabajando. Hay que machacar y machacar. Se sufre mucho.
P. ¿Y cómo sabe que está ante lo deseado?
R. Es como un golpe. No se puede explicar.
P. ¿Por qué elige lo abstracta y violento para expresarse?
R. Es la única forma que conozco. La gente no me identifica con mi pintura; piensa que hago florecillas o algo así. Pero me urge sacar una enorme tensión de mi interior.
P. ¿Cree que queda algo por inventar en pintura?
R. Siempre parece que ya se ha hecho todo, pero no dejan de surgir nuevos caminos. Es casi una cuestión científica: no hay que abandonar la investigación.
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