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Los vecinos de Agua Amarga se acogen al Defensor del Pueblo

Los vecinos de la barriada alicantina de Agua Amarga, afectada por el proyecto de expropiaciones anunciado por el Consell para favorecer la construcción de la Ciudad de la Luz y otras infraestructuras, trasladaron ayer su manifestación de protesta de cada domingo al centro de la ciudad, con el objetivo de hacer llegar sus reivindicaciones al resto de la ciudadanía y dejar claro a las autoridades que mantienen su oposición a la desaparición del barrio. En el emblemático y concurrido paseo de la Explanada, los manifestantes desplegaron sus pancartas y distribuyeron entre los que se acercaban a preguntar por su problema cientos de lazos amarillos, adoptado como símbolo de resistencia a las expropiaciones. Cantos rodados recogidos de la playa y trozos de madera decorados con leyendas alusivas a la protesta se repartieron mientras los vecinos hacían sonar silbatos y bocinas. Junto a las pancartas, un panel llamaba la atención: como si se tratara del escaparate de una agencia inmobiliaria, se exponían fotografías de las viviendas condenadas a desaparecer de acuerdo a los planes del Ayuntamiento y el Consell. La Asociación de Vecinos de Agua Amarga, que capitanea las movilizaciones, hará llegar hoy a las oficinas del Defensor del Pueblo y del Síndic de Greuges sendos escritos en los que solicita el amparo de esas instituciones para conservar sus viviendas. "Tenemos muy claro lo que queremos, y no vamos a permanecer con los brazos cruzados mientras los políticos deciden el futuro de nuestras casas", declaran una y otra vez. La presidenta de los vecinos, María Calero, denunció la escasa atención que reciben por parte de la Administración autonómica: "Hace 15 días que solicitamos una audiencia con el consejero de Urbanismo y todavía no ha contestado, y lo único que tenemos es una oficina a la que nos piden que acudamos para entregar copias de las escrituras, pero allí no nos informan de nada". Junto a las fotografías y montones de piedras, los manifestantes instalaron sus pancartas. "Zaplana: déjanos vivir en paz", rezaba una de ellas.

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