Impagados en puja
Su cabeza no para quieta. Sin transición pasa de movimientos apenas perceptibles a barridas de izquierda a derecha, más propias de una juez-árbitro de tenis. El director de la subasta, Jaime Mato, de la casa Anasorena, guía con la mirada vertiginosas sucesiones de ofertas. "Ha sido anterior el golpe del martillo a levantar la mano", zanjó ante la reclamación de un pujante. Acababa de perder el lote 16: cuatro locales en un semisótano de Lepe (Huelva). "Seis millones a la una, seis millones a las dos..., adjudicado", y así 113 lotes, en tres horas. Gesinar, la sociedad inmobiliaria del grupo Argentaria, organizó ayer, en Sevilla, la primera subasta pública en la provincia, en la que puso en concurso plazas de garaje, viviendas, locales comerciales y naves industriales. Inmuebles de Andalucía occidental y Extremadura que pasaron a manos del banco -y de otras entidades financieras como CajaSur o El Monte-, cuando algún cliente no pudo cumplir con las exigentes condiciones de créditos e hipotecas. Un millar de personas acudieron al reclamo de la puja que se celebró en el Gran Hotel Renacimiento. Dos pantallas a ambos lados del omnipresente director de subasta mostraban la imagen de apartamentos y chalés que una vez fueron el objeto de deseo de lo que la terminología bancaria tilda de "morosos". La sucesión de paletas alzadas y la hipnótica salmodia de Jaime Mato alejó cualquier sombra de sentimentalismo. A fin de cuentas, como comentó el director comercial de Gesinar, eran parte de "un mercado casi perfecto, en el que participan directamente en la creación de precios". "He venido a ver por cuánto sale un piso de Sevilla" explica Ángeles Ruiz, mientras porfía por encontrar la foto en el catálogo de Gesinar. "Vi el cartel en la puerta, es un edificio que me gusta mucho", aclara. No está dispuesta a pujar más allá del precio de salida - "es interior"-. A diferencia de Ángeles, la mayoría de los asistentes sabía de la subasta por la intensa campaña de comunicación de la inmobiliaria, que organizó 550 visitas para mostrar los lotes que ayer Mato adjudicaba a toque de martillo. El alza de paletas se convirtió en un ejercicio de estilo: desde los que apenas dejaban a Mato adjudicar la oferta precedente hasta los que apuraron más allá del consabido "a las dos...", ante el gesto estoico del director de subasta, que apenas dio abasto para vocear las pujas por una "vivienda unifamiliar de 329 metros cuadrados", en plena judería cordobesa. Una casa cuyo precio de salida era de 31 millones y acabó en 45, por debajo todavía del precio de tasación, casi 48 millones. De hecho, el valor de partida de todos los inmuebles era, de promedio, un 32% inferior a lo tasado por los técnicos. Algunos casos, como las 24 plazas de garaje de Dos Hermanas (Sevilla) -7 millones de salida, 23 de tasa-ción- explicaban la atención que concitó la subasta. "Los de las filas de delante son casi todos profesionales", señala José Juan Carmona, que espera que Mato anuncie el lote 81, un unifamiliar en Almonte (Huelva). "Es verdad, pero también hay particulares, que sacan a los subasteros", que suelen acaparar las subastas judiciales. Juan Carlos Mieso, directivo de Gesinar, supervisa tras el escenario las mesas de contratación a las que se dirigen los nuevos propietarios. El arrepentimiento en el camino no es habitual: "Un señor quería comprar y su esposa le intentaba quitar el bolígrafo en la misma mesa", recuerda Mieso como excepción. Carmona no visitó la trastienda. "Ya me avisaron en el banco que había ofertas por escrito". Tendrá que esperar a una nueva ocasión para tener casa en Almonte.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.