Ynduráin afirma que Blasco, frente a los autores del 98, fue regeneracionista
En contra de la visión canónica sobre los escritores de la generación del 98, Domingo Ynduráin sostuvo ayer que a éstos "nunca les interesó la regeneración" ni la política, a diferencia de Blasco Ibáñez. De hecho, la "postura política" del escritor valenciano que plasmó también en su literatura es su mayor incompatibilidad con los noventayochistas. El prestigioso estudioso de la literatura concluyó así, con una conferencia cargada de aspectos provocativos y polémicos, el congreso sobre Blasco Ibáñez.
El profesor de la Universidad Autónoma de Madrid no realizó juicios de valor sobre la calidad literaria de Blasco. Ante un público universitario y experto, caracterizó la literatura del autor valenciano en relación a la de sus coetáneos de la generación del 98. Dijo que los noventayochistas "nunca tomaron partido" por ninguna propuesta política en su literatura. "No se definían, unas veces decían una cosa y luego la otra, esa es la cuestión", agregó. Blasco, al que calificó de intelectual orgánico, por el contrario, hacía una "literatura de combate" que se nutría de su defensa de la república y con la que pretendía "cambiar el régimen". Al autor de La barraca le interesaba la realidad, aunque identificaba "verdad como verosimilitud", mientras que en Valle-Inclán o Machado "la realidad no aparece por ninguna parte", apuntó el conferenciante, y cuando lo hace, como en el caso de Baroja, no es para intervenir en ella. Ynduráin señaló que los noventayochistas -se refirió a ellos en conjunto, como integrantes de una generación cuya existencia puso en duda- estaban sobre todo interesados en la "expresión del yo", en lo que venía a ser un "romanticismo escéptico y no heroico". Todo ello derivó en la "exclusión de los que toman partido". En este sentido, la literatura realista de Blasco, que tenía una función didáctica -al menos una parte importante de ella- con el objeto de proporcionar conocimientos para lograr fines políticos, fue marginada por los escritores del 98. "Blasco sí creía que la literatura podía cambiar la realidad", agregó Ynduráin, antes de recordar que el autor de Flor de mayo escribió mucho, y muy críticamente, sobre la guerra de Cuba, cuando "salvo Unamuno", los noventayochistas no lo hicieron. El estudioso también puso en solfa el castellanismo como rasgo aglutinador de la generación del 98. "No está en Valle; tampoco en la primera y la última obra de Machado; Azorín igual habla de Castilla que del Mediterráneo; y en Baroja, depende; pero sí está en Unamuno". Ynduráin tan solo destacó el anticlericalismo como un denominador común de la mayoría de los escritores de la época. El público reaccionó ante la intervención de Ynduráin, y objectó diversos puntos. El director del congreso y profesor de literatura Joan Oleza cuestionó que Valle-Inclán no se preocupara de la realidad a partir de los años veinte, mientras que el coordinador del Año Blasco Ibáñez, organizado por la Diputación de Valencia, Manuel Bas Carbonell, aludió a los numerosos escritos sobre Castilla de Azorín.
Envidia por sus ventas
El profesor de la Universidad de Los Ángeles Paul C. Smith concluyó en su conferencia que "la envidia del tremendo éxito de Blasco y su fama fuera de España minaron la estimación de su talento" dentro de España. En los círculos académicos se le rechazó "por el hecho de ser un autor sumamente popular, como Dickens en Inglaterra o Zola en Francia". También Ynduráin mencionó la envidia que causaba entre los escritores coetáneos que el autor valenciano vendiera decenas de miles de ejemplares en aquella época en todo el mundo. Dijo que Valle-Inclán, por ejemplo, a pesar de poder parecer lo contrario, demostró estar muy preocupado por la acogida de sus libros.
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