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Cohabitación

El pleno de Orihuela aprobó ayer investigar todos los casos publicados en prensa que hayan podido afectar a la credibilidad del Ayuntamiento, o contribuido a degradar la imagen de la institución pública, durante los últimos 12 años, abarcando los mandatos de Luis Fernando Cartagena y José Manuel Medina desde 1986 hasta ahora. Casi nada. Planteado así, de forma tan genérica, el trabajo puede acabar algún día con la decisión de exculpar o imputar a los dos alcaldes a título póstumo. Es de suponer que los responsables de la investigación tienen por delante, de entrada, un arduo trabajo de hemeroteca. Completada la relación de temas polémicos publicados durante todo este tiempo, priorizarán objetivos, reclamarán a los archivos los legajos pertinentes, procederán a tomar declaración a funcionarios, políticos y particulares, revisarán la instrucción de los expedientes y, finalmente, decidirán si hubo o no anomalías destacables. Así, caso por caso. Y hablamos de Orihuela. El pleno de ayer, al margen de esta decisión política poco operativa y condenada por tanto al fracaso, como ha ocurrido en el resto de investigaciones administrativas aprobadas y desarrolladas en otras instituciones públicas, fue importante porque constató que, definitivamente, Orihuela ha caído. En su principal feudo, al PP le queda la alcaldía, pero es evidente que ha perdido el gobierno municipal. Los grupos de la oposición, en los que se integra la mayoría de concejales tras la expulsión de cinco ediles populares, arrebató a los conservadores el control de las comisiones de trabajo, pilar fundamental de la acción de gobierno. Allí se decide qué temas entran en debate, cómo se posiciona la institución y cuándo pasan al pleno para ser votados y ejecutados. Como en Francia o Estados Unidos, se impone la cohabitación, y a Medina le corresponde llevar a cabo lo que le ordene la oposición, que suma más votos. No habrá moción de censura, y él sigue, como Felipito Tacatún. El desgobierno absoluto.

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