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El retorno de la educación

Emilio Lamo de Espinosa

A lo largo de un agotador fin de semana, he tenido la suerte de oír hablar de educación a la ministra Esperanza Aguirre y al presidente de la CAM, Ruiz-Gallardón; al ministro Piqué y al secretario de Estado de Educación de los Estados Unidos, Richard W.Riley, estos dos últimos con motivo del IV Foro Hispano-Americano. Mi resumen es el eslogan que encabeza esta columna: el regreso de la educación a las prioridades de la agenda política, que, no obstante, se realiza a veces por la puerta trasera de la política de empleo o de las demandas de I+D. Hoy, en los Estados Unidos -dice enfáticamente Riley- (...) la educación es la palabra más poderosa de nuestro vocabulario político.La educación fue prioridad política desde los años 40 hasta bien entrados los 70 como consecuencia de muchos factores. La predisposición de los Gobiernos socialdemócratas como garantía de igualdad de oportunidades en el marco del pacto social keynesiano, la creciente demanda popular de educación, la rápida absorción de los titulados por el mercado y, last but not least, la legitimación que a todo ello dio la teoría, recién descubierta, del capital humano.

Los años 70 y 80 generaron un vuelco liderado por Reagan y Thatcher. La crisis fiscal del Estado y la ideología privatizadora, por no hablar del alto desempleo de los titulados, llevaron a un frenazo en el gasto público en educación y, en no pocas ocasiones, a un desmantelamiento de los sistemas públicos, acusados de gastadores cuando no de depredadores del presupuesto. Riley recordaba que hace pocos años eran muchos los que en Estados Unidos proponían nada menos que abolir el Departamento de Educación.

Pues, bien, la situación vuelve a cambiar y la educación es hoy prioridad en la política de Clinton, en la de Blair y en la de Schröder, es prioridad en Francia y, de creer a los dos ministros citados, debería serlo pronto también en España. Sin embargo, veinte años no pasan en vano y se trata de otra educación con otras prioridades. ¿En qué sentido?

Para comenzar, la globalización incorpora a la agenda educativa déficits de formación básica y, en primer lugar, el aprendizaje de idiomas extranjeros. Creo -ha dicho Clinton- que más y más jóvenes cuyo primera lengua no es el español deben aprender a hablar español... En una economía global, esto nos ayudará mucho. Aprendizaje del español en Estados Unidos, en Francia o en Brasil -una gran oportunidad para España-, pero por supuesto aprendizaje del inglés en todo el mundo y de otros idiomas en regiones específicas.

En segundo lugar, otro modo de educar. Se estima que el stock de conocimientos se dobla cada 15 años. De otra parte, la inestabilidad de las biografías laborales y los procesos constantes de reconversión tecnológica hacen que se acabe trabajando en temas muy distantes de aquellos donde se comenzó. Ello trastorna por completo las relaciones entre formación inicial y formación continua. Ésta es cada vez más importante, y lo vemos en la proliferación no ya de cursos formales de reciclaje sino de seminarios, simposios o congresos, por no hablar de la de revistas científicas o técnicas; nos pasamos media vida actualizando informal y espontáneamente conocimientos y adquiriendo otros nuevos. Pero, por ello mismo, la formación inicial debe ser, mucho más que antes, básica y fundamental, enseñando sobre todo a aprender por uno mismo.

En tercer lugar, desde luego, otra financiación. Es claro que el principal beneficiario de la educación es el educando y ello le debe suponer algún coste. El Informe Dearing, del Reino Unido, o el Attali en Francia, ambos sobre la financiación universitaria, son buenos ejemplos de fórmulas de financiación alternativas, pero también, frecuentemente, adicionales.

Y, en cuarto y último lugar, volvemos a la idea ya clásica de que en la sociedad del conocimiento, y al menos para los países desarrollados, el capital humano es casi todo el capital. En la mayoría de los productos, el coste del intangible supera con creces el de su producción física. Y, si el principal negocio es el D del I+D, se impone revisar en profundidad la política tecnológica y científica.

Por citar de nuevo a Riley, la era de la información es la era de la educación y por ello una mejor educación es everybody´s business, entendiendo business en su doble sentido de actividad y negocio.

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