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Rusia crea una agencia gubernamental con 80.000 millones para atajar la crisis bancaria

El banco central y el Gobierno ruso han decidido atacar a fondo el problema de la crisis bancaria desatada tras la devaluación del rublo el pasado 17 de agosto. Ayer se hicieron públicos los detalles del plan de salvación, que se pondrá en marcha con un capital inicial de 10.000 millones de rublos (unos 80.000 millones de pesetas), a través de una entidad nueva: la Agencia para la Reestructuración de las Organizaciones de Crédito (AROC). De los 1.500 bancos con que cuenta el país, la mitad están condenados a desaparecer. No es una previsión catastrofista. La hace el propio Gobierno.

El monetarismo salvaje de seis años y medio de reforma radical dejó en quiebra al sistema bancario ruso cuando, el pasado 17 de agosto, se devaluó el rublo. La moratoria de tres meses sobre el pago de las deudas suspendió temporalmente la ejecución de la sentencia de muerte sobre muchas entidades. Pero ese plazo cumplió, y ya no es posible vivir de ilusiones.El Banco Central y el Gobierno han decidido atacar a fondo el problema. Ayer se hicieron públicos los detalles del plan de salvación, que se pondrá en marcha, con un capital inicial de 10.000 millones de rublos (unos 80.000 millones de pesetas), por una entidad nueva: la Agencia para la Reestructuración de las Organizaciones de Crédito (AROC).

Rusia es, desde hace 100 días, un país sin sistema bancario. Millones de depositantes tienen bloqueados sus ahorros en rublos o en dólares, y sus esperanzas de recuperarlos algún día son mínimas. Si lo logran, su valor real apenas será un tercio del que tenían antes del 17 de agosto. Operaciones tan elementales como transferencias, ingresos, reintegros, utilización de cajeros automáticos o pagos con tarjeta de crédito son, casi siempre, imposibles o arriesgadas.

Miles de empresas, con cuentas saneadas en los bancos, no pueden pagar a sus empleados porque su dinero está bloqueado. Quienes tuvieron la posibilidad y la precaución de meter sus ahorros debajo del colchón están agotando sus reservas. Las importaciones de productos esenciales quedan bloqueadas muchas veces, no ya tan sólo por la falta de divisas o por el encarecimiento producido en rublos, sino por la falta de un sistema efectivo de pago.

Rusia, en fin, tiene estos meses unas finanzas peor que tercermundistas. De sus 1.500 bancos, la mitad están condenados a desaparecer. No es una previsión catastrofista. La hace el propio Gobierno, que ha dividido a las entidades en cuatro grandes grupos: 600 capaces de sobrevivir por sí mismas, 190 regionales que son viables aunque precisan cierta ayuda de sus administraciones, 18 a las que hay que salvar a toda costa porque son las que concentran la mayor parte de los ahorros de la población, y otras 720 condenadas a desaparecer porque ni merecen ser salvadas, ni el Estado puede asumir el elevado costo de hacerlo.

Es la consecuencia de una política que permitía que los bancos crecieran como hongos y que se dedicaran a operaciones puramente especulativas, invirtiendo los depósitos no en empresas productivas sino en deuda del Estado, cuyos intereses se dispararon por la desesperada necesidad de financiación pública. Eso explica que en Rusia no existan, prácticamente, ni créditos personales ni mercado de hipotecas.

Recuperar la confianza

La nueva agencia se plantea dos horizontes. A corto plazo (seis meses), se trata de restaurar la capacidad del sistema para prestar servicios fundamentales, incrementar el capital de las entidades que puedan sobrevivir, recuperar la confianza en ellas de los inversores, destituir a los directivos inútiles o corruptos y hacer funcionar de nuevo el mercado interbancario. A medio plazo (aunque no se indica que se entiende por ello), el objetivo es que exista una actividad crediticia que cree las condiciones para el trabajo de los bancos en el sector productivo de la economía.Según el comunicado remitido ayer a Itar-Tass por la oficina de información del Gobierno, los principios que guiarán la reestructuración del sector bancario serán los siguientes: protección de los intereses de los inversores individuales, igualdad de trato a los acreedores (incluidos extranjeros), responsabilidad de los propietarios de los bancos y apoyo a los programas de recuperación de las entidades que intenten resolver sus problemas de forma independiente.

La agencia tendrá atribuciones tan importantes como la de intervenir en procedimientos de bancarrota y destituir a los directivos culpables de la insolvencia de sus entidades. Podrá tomar paquetes de control de bancos en quiebra, participar en el capital de los que se estén saneando, participar en la venta de activos de los que se liquiden y buscar recursos de inversores mediante, por ejemplo, la emisión de obligaciones.

A simple vista, parece una misión imposible, sobre todo en un país en que el mismo Estado tiene las arcas vacías, sin poder pagar a tiempo a sus propios empleados y la recaudación de impuestos está bajo mínimos.

El Gobierno y el Banco Central piden al Parlamento que apoye el paquete legislativo que debe permitir poner en marcha esta impresionante reforma. Hace unos meses, eso habría supuesto una nueva batalla entre los dos principales poderes del Estado. Ahora, el Gabinete de Yevgueni Primakov cuenta con posibilidades de lograr el apoyo de una Duma dominada por comunistas y nacionalistas. Otra cosa será que luego consiga el milagro de que el plan funcione.

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