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El modelo federal

Desde las páginas de este mismo rotativo hace ya pocos años Ignacio Sotelo planteaba el reto de la revisión del texto constitucional (Nación y Región en Europa, 25-11-96). Hoy la cuestión está sobre el tapete, el debate sobre el modelo de Estado está ahí y los ciudadanos empiezan a hablar de cosas que durante mucho tiempo parecían ser un tabú. Para quienes desde una larga trayectoria hemos venido postulando un nacionalismo periférico situado en la izquierda, y sin lugar a dudas para la ciudadanía consciente y responsable, hablar de la necesidad de una revisión constitucional en lo que respecta a la organización territorial del estado es, obviamente, un tema básico de cara al futuro. Se han producido una serie de hechos que, evidenciados los vacíos existentes y los conflictos por resolver, nos emplazan a buscar soluciones pactadas, o como suele indicarse "posibles". La presión de los nacionalismos más asentados, de Cataluña, Euskadi y Galicia, la necesidad de apoyos nacionalistas del gobierno, la salida al conflicto vasco, y el agotamiento de algunos marcos estatuarios, entre otros son factores que conducen a constatar el déficit o las deficiencias del estado de las autonomías. Quizás en nuestro caso el de este País Valencià, en forma de Comunidad Autónoma por ley Orgánica y no por la vía de primera, la cuestión no sea determinante ni significativa desde el punto de vista global, así y todo este debate tiene que ver mucho con nosotros y puede favorecer nuestro mayor asentamiento como pueblo con identidad. Otra cosa bien diferente son nuestros problemas específicos pendientes, caso de la lengua y todo el paquete existente de incomprensiones, recelos y prejuicios. Así y todo, la discusión tiene mucho sentido pues las gentes de izquierdas debemos -como el profesor Requejo pedía- "realizar dos pasos conceptuales capaces en el momento de romper los esquemas uniformizadores sobre la cuestión nacional que emparentan sus planteamientos, a veces hasta la indistinción, con los de la derecha española: 1) aprender a pensar en federal; 2) aprender a pensar en plurinacional" (EL PAÍS 15-3-97). El modelo federal no es más que un estadio intermedio entre el unitarismo y su oponente, sea la confederación de estados independientes o el estado independiente. Implica soberanía compartida, constituciones propias y gobierno, compatible con un marco común de federación y constitución federal. Igualmente característica del estado federal es la existencia de dos cámaras, una de ellas territorial. El hecho de que frente a posturas inmovilistas, caso de la llamada declaración de Mérida, Pascual Maragall o Joan Romero se manifiesten a favor de la federalización, y por lo tanto por la revisión constitucional, es positivo, y parece que puede facilitar muchas cosas. Por su parte, desde el espacio más modesto de Esquerra Unida, y su referencia de estado IU, hemos participado en unas recientes jornadas sobre el modelo de estado que también se han definido en una propuesta de corte federal, respetando la posibilidad de autodeterminación. Personalmente mi participación en actividades partidarias es limitada, dada mi incompatibilidad como miembro del CVC, eso, sin embargo no me impide, más bien al contrario, una participación en el cuerpo ideológico y en el debate. Por eso, y siendo "nacionalista" en su versión valencianista, he de constatar que se están dando pasos significativos desde diversas opciones tendentes a cubrir aquel déficit de la izquierda al que hacíamos referencia al principio, en el sentido de ir hacia institucionalizar la asimetría existente dotando de mayores competencias a los territorios, con una nueva financiación, desarrollando más y dotando la autonomía municipal, sustituyendo las provincias por las entidades reales -comarcas en nuestro caso-, convirtiendo el senado en cámara territorial, y una serie de alternativas que irían configurando el modelo federal. El debate está pues abierto, no hay que cerrarlo en falso como ocurrió hace veinte años. La situación presente es otra y las posibilidades mayores, pensemos, también, en la futura Europa de los Pueblos y no la de los Estados clásicos y caducos.

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