¿Sabe alguien lo que es un escorzo?
"¿Un escorzo? ¿Sabe alguien lo que es un escorzo?", pregunta al grupo de diez alumnas, una compañera docente y un sólo alumno que le rodea, el profesor Manuel Pérez Ruiz, profesor de patrimonio en segundo de bachiller del Instituto Fernando de los Ríos de Málaga. Nadie lo sabe. O al menos nadie se atreve a contarlo. Están viendo el cuadro de Tiziano La bacanal, una de las joyas del Museo del Prado que en la muestra que hasta final de mes acoge el Archivo Municipal de Málaga aparece convertida en una fiel reproducción fotográfica acompañada de una cartela que explica lo esencial de autor, época y obra. "Invitación al Museo del Prado" es una muestra pedagógica. De esas que llaman de apoyo escolar y que resultan muy útiles en ciudades que, como ahora Málaga, no poseen ningún museo de fuste para estudiar in situ la obra de arte. En dos salas de documentación textual y fotográfica se repasa la historia física del museo -excluida la reforma que llevará a cabo Rafael Moneo- y se hace una cata en su colección a través de 30 reproducciones de algunas de sus obras maestras: El jardín de las delicias de El Bosco, La Anunciación de Fra Angélico, La Maja, Los fusilamientos o varios grabados de Los Caprichos de Goya, Las Meninas, Las Hilanderas o La fragua de Vulcano de Velázquez, El juicio de Paris de Rubens, El caballero de la mano en el pecho de El Greco, El autorretrato de Durero... Cada día, hasta el 24 de noviembre, la muestra acoge varios colegios e institutos de la provincia. Las visitas demuestran una cosa: si ya estaban mal, la reforma educativa ha dejado el estudio de las humanidades por los suelos. Y en el caso de la historia del arte la cosa resulta descorazonadora. "No más que otras asignaturas", matizan Manuel Pérez y Charo Ruiz, profesores del instituto Fernando de los Ríos que seguirán su visita artística en La Alcazaba. "El sistema de enseñanza no te da muchas salidas para que nadie se interese especielmente por nada", apunta Pérez. Su compañera, Charo Ruiz, profesora de historia del arte, es aún más gráfica y con ironía recuerda: "En estas rebajas, nosotros vendemos un producto que no interesa a nadie". Pero lo dicen sin amargura. Al fin y al cabo estos chavales no son distintos a otros, son hijos del sistema de enseñanza que reciben. Así se contentan con victorias pírricas. "Si hubiera más cosas como éstas, más museos y más exposiciones, quizá poco a poco se podría ir creando un hábito de visitarlas". En la provincia sólo hay un programa destinado a la difusión del patrimonio de forma regular: los llevados a cabo por el Gabinete Pedagógico de Bellas Artes dependiente de la Delegación de Cultura. Sus logros son a base de mucho esfuerzo personal de sus miembros, licenciados en Historia del arte, que llegan hasta editar un boletín trimestral de 16 páginas: 3.000 ejemplares en fotocopias. En el interior de la exposición más o menos disciplinadamente, los varones toman apuntes de las cartelas. Las copian literalmente. Las chicas suelen escuchar con más interés las explicaciones del profesor. "El escorzo es un truco visual que utilizaban los pintores colocando las figuras del cuadro en oblicuo para darle movilidad o acentuar la perspectiva", dice Manolo Pérez. Las chicas y el chico único toman apuntes. Una con cara de lista pregunta algo bajito casi avergonzada de querer saber. El profesor le contesta en el mismo tono y una sonrisa de entusiasmo. Si a éstos y otros chavales que visitan la muestra se les pregunta si conocen El Prado la respuesta es unísona: No es una de sus prioridades.
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