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Retrato-robot

"¿De qué sirve alertar sobre el peligro de estos grupos totalitarios si los periodistas sólo os acordáis de que existen cuando protagonizan un suceso como este?". La frase, pronunciada por María Rosa Boladeras tras la detención en Tenerife de la psicóloga Heide Fittkau-Garthe, acusada de incitar al suicio a los 33 miembros de su secta, esconde cierta amargura. Para Boladeras, es inútil acordarse sólo de Santa Bárbara cuando truena. Las sectas siguen trabajando día a día, calladamente, haciendo de la clandestinidad su mejor aliado.Si en los años ochenta, durante el boom de las sectas en España, eran los jóvenes de 18 y 20 años sus víctimas preferidas, ahora el mercado se ha ampliado. De hecho, los fieles de Fittkau-Garthe eran gente madura, de clase media y con estudios. ¿Es el retrato robot de los nuevos sectarios?

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