Gingrich justifica su dimisión como un intento de evitar la división entre los republicanos
La continuidad de Newt Gingrich como líder parlamentario del Partido Republicano hubiera servido de "excusa para la división y la lucha de facciones". Esa es la explicación que el propio caudillo de la fenecida revolución conservadora ofreció en la madrugada de ayer a 250 de sus más fieles correligionarios. Gingrich no dio pistas sobre sus planes futuros, pero pidió a todos los republicanos que hagan piña en torno a su sucesor, Bob Livingston, para impedir que en el año 2000 Al Gore se haga con la Casa Blanca y los demócratas con la mayoría en el Congreso.
Gingrich no sólo ha renunciado al liderazgo parlamentario republicano, que, dada la mayoría conservadora, conlleva la presidencia de la Cámara de Representantes, sino también al escaño por Georgia que volvió a conquistar en las elecciones del pasado día 3.Esa decisión, sorprendente en un luchador como él, se produjo el viernes por la noche, horas después de que Livingston, que había sido uno de sus aliados, anunciara su candidatura para reemplazarle como líder en el Congreso estadounidense.
Ofreciendo su sacrificio personal y su apoyo a Livingston a la causa de la unidad del partido, muy quebrantada por el retroceso registrado en las últimas legislativas, Gingrich hizo, no obstante, una ardiente defensa de su legado. Recordó que en tres ocasiones consecutivas -1994, 1996 y 1998- ha liderado la conquista republicana de la mayoría en las dos Cámaras del Congreso y añadió: "He intentado conducir de modo agresivo hacia la consecución de nuestros objetivos. Nunca hemos tenido una gran mayoría, pero hemos luchado por grandes ideas".
Esas ideas, según su propio resumen, son la reducción del tamaño y el peso del Gobierno federal y de la presión fiscal sobre los ciudadanos. En su discurso ante sus correligionarios, Gingrich fue aplaudido cuando exhibió una copia del Contrato con América, el manifiesto de campaña con el que los republicanos consiguieron en 1994 la mayoría en el Congreso.
Pero Gingrich prometió el día 3 que los republicanos ampliarían en 30 escaños su mayoría en la Cámara de Representantes y, en cambio, los electores la redujeron en 5 escaños. Fue la primera vez desde 1934 que el partido que ocupa la Casa Blanca, el Demócrata en este caso, mejoró sus posiciones en unas elecciones celebradas a mitad de mandato presidencial. Ese pinchazo en hueso, atribuido a la insistencia en el caso Lewinsky y al radicalismo del programa republicano, provocó de inmediato una rebelión contra Gingrich, a la que éste no tardó en rendirse.
Hombre dialogante
Livingston, congresista por Luisiana, de 55 años de edad, se prepara para asumir oficialmente la dirección del grupo parlamentario republicano en la reunión que éste celebrará el día 18. Sus primeros pasos intentan transmitir la imagen de un hombre más dialogante, moderado y pragmático que su antecesor. Reconoce incluso que la mayoría de la opinión pública norteamericana no desea que Clinton pague con la dimisión o destitución sus mentiras bajo juramento en el caso Lewinsky. Bajo la ola de la crisis en el grupo parlamentario republicano se mueve una corriente más profunda: el comienzo oficioso de la batalla por la conquista de la candidatura para las elecciones presidenciales del año 2000. Gingrich no se pronunció ayer sobre el asunto.
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