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Cicerones al volante

z Juan Antonio Toledo, de 27 años y taxista desde hace seis, está "harto" de chapurrear que la Catedral de Cádiz combina los estilos barroco y neoclásico. Pero teme que los turistas que se montan en su coche no le entiendan correctamente. Ahora la cosa está cambiando. Juan Antonio, como el resto de los taxistas gaditanos, está dispuesto a aprovechar todas las oportunidades que ofrece el turismo. Para ello están apunto de completar el segundo nivel de los cursos de formación que se iniciaron el año pasado, a iniciativa de la Academia Bahía de Cádiz junto a CCOO. De la mano de profesores especializados, han recibido cursos de 120 horas de inglés turístico. La Catedral de Cádiz, el teatro Romano, los barrios típicos y populares y las playas de la ciudad. Todo en inglés, con explicaciones detalladas y por 4.000 pesetas cada cuatro clientes. Ese es el objetivo. "Estamos acostumbrados a trabajar con los turistas que llegan al puerto en los cruceros, pero pese a todo no dominamos el inglés. Yo, por ejemplo, sólo sabía lo típico que se aprende en la EGB y que se olvida del tirón", confiesa Toledo. De momento una veintena de taxistas, de los 240 que existen en la ciudad, han recibido los cursos. "Cada turista podrá recorrer los lugares turísticos más interesantes en una hora, perfectamente guiados y con todo lujo de detalles", explica el coordinador de la academia, Hugo Herrera, quien resalta que esta actividad tenderá un doble efecto positivo para el sector "ya que permitirá que unos 20 coches se dediquen a esta labor, con lo que el resto tendrá más faena". La iniciativa, iniciada el año pasado en Cádiz, se ha extendido a otras poblaciones de la provincia como El Puerto de Santa María, Rota y Algeciras. "En todos lados hemos notado un interés creciente", apunta el coordinador de la Academia. Ahora, a través de la Federación de Transportes de CCOO, los cursos se han iniciado en Sevilla. En la capital hispalense, los taxistas lo han tenido más fácil porque la Diputación sevillana les subvenciona con mil pesetas cada hora de asistencia a cursos. "El problema es que es un sector muy complicado. A cada taxista le cuesta dos mil pesetas venir a clase, y no reciben subvención alguna", apunta Herrera. En Cádiz, los profesionales del taxi están dispuestos a secundar masivamente esta iniciativa. "No es una cuestión de escepticismo o de confianza, sino de economía", explica Toledo, "porque muchos estamos entrampados hasta las cejas para pagar el coche y las clases cuestan dinero". El Ayuntamiento de Cádiz está dispuesto a estudiar las posibilidades de ese sistema. "El taxi ha sido siempre, y de modo natural, el primer lugar de referencia para los turistas, al que siempre se le ha preguntado por las cosas más peculiares de la ciudad. Si se organizan , aprenden idiomas y se especializan, mejor que mejor", dice Enrique García-Agulló, primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Cádiz y responsable e de la Concejalía de y Turismo. Este, sin embargo, advierte de que habrá que estudiar "hasta donde llega el trabajo de los taxistas para que no sea incompatible con el de los guías turísticos profesionales", un colectivo que se encuentra en plena campaña de denuncia por el intrusismo profesional. La idea del colectivo es que el taxi turístico eche a rodar en 1999. Llevará un banderín en el que se pueda identificar que el taxista es capaz de explicar, en inglés, las peculiaridades de la fachada catedralicia y narrar las excelencias de las playas atlánticas gaditanas. Sin que Juan Antonio Toledo se haga un lío.

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