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Nueva York y Nueva Jersey se disputan la sede de Wall Street

A la mayor Bolsa del mundo se le ha quedado pequeño el parqué

La Bolsa de valores más grande del mundo, el New York Stock Exchange (NYSE), está a punto de decidirse por una nueva sede porque su viejo edificio en la esquina de las calles Wall y Broad se queda pequeño. Y la decisión sobre dónde instalará sus nuevas oficinas redefinirá el contorno urbano del centro mundial de las finanzas. La ciudad de Nueva York, con su alcalde Rudolph Giuliani a la cabeza, quiere que la Bolsa se quede en el edificio de enfrente para salvaguardar el patrimonio inmobiliario y turístico del vecindario.

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Al otro lado del río

Pero el NYSE duda entre otro barrio más moderno de Manhattan y las sabrosas ofertas que le propone el Estado de Nueva Jersey. La sede del NYSE, en el conocido edificio de líneas clásicas que visitan cada año millones de turistas, se ha quedado pequeño justo antes de cumplir su centenario. En las catacumbas de ese bloque, una estructura decimonónica atiborrada de gente y equipos electrónicos, cambiaron de manos 133.000 millones de acciones por valor de 5,8 billones de dólares en 1997. Cifras récord que atestiguan que, sólo en lo que va de década, el número de empresas de todo el mundo que cotizan en el NYSE se ha duplicado, y ahora ronda las 3.100.Ya desde 1990 se había visto la necesidad de renovar las instalaciones, pero el proyecto quedó paralizado por la recesión que azotó los primeros años de esta década. Ahora, con la economía a plena marcha, aunque no despejada de incógnitas, la mudanza del NYSE y sus 5.000 empleados y brokers es inminente.

"El NYSE ha crecido espectacularmente en un edificio que no es apto para las nuevas tecnologías", explica un portavoz de la Bolsa. "Nos gustaría llegar a una decisión antes de sesenta días, pero ahora mismo todas las opciones están abiertas."

La cuestión principal: ¿a dónde? Al alcalde Rudolph Giuliani, que ha ido rescatando Nueva York de las garras de la crisis barrio por barrio desde su llegada al Ayuntamiento en 1993, le gustaría que la Bolsa se quedara justo en la parcela de enfrente a la que ocupa ahora, al otro lado de la calle Broad.

Allí hay ahora un inmueble que data de 1913, propiedad de la banca J. P. Morgan y conocido en las guías de arquitectura como el Morgan Guaranty. Adquirir esta parcela y vaciarla para construir nuevas instalaciones con dos parqués de 4.600 metros cuadrados costaría entre 600 y 800 millones de dólares. Aunque la prensa ha declarado en varias ocasiones que el NYSE está a punto de cerrar un trato y empezar a hacer las maletas, fuentes de la Bolsa aseguran que "el Ayuntamiento tiene que hacer una mejor oferta económica".

El NYSE lo que quiere es irse de ese barrio de cañones de cemento y cristal y empezar desde cero levantando un edificio de alta tecnología en la zona conocida como Battery Park City. Está a un tiro de piedra del actual emplazamiento, pero ya es técnicamente otro distrito. Establecerse aquí supondría una inversión mucho mayor, tal vez de más de mil millones de dólares.

En Battery Park están radicadas ahora empresas como Merrill Lynch o American Express, así como el American Stock Exchange. Pero este mercado, el segundo en importancia de Nueva York, acaba de fusionarse con el NASDAQ, la bolsa electrónica, que es la tercera en el ránking, y han anunciado que se mudarán a un nuevo edificio en la zona de Times Square. Tras la limpieza de sex shops efectuada por Giuliani en Times Square, el caché de este barrio aumenta y ya se han instalado en él empresas como Morgan Stanley Dean Witter, la agencia de noticias Reuters y la editorial Condé Nast.

Hay más factores en este ajedrez inmobiliario: en el tira y afloja del NYSE con la ciudad de Nueva York ha entrado a saco el Estado limítrofe de New Jersey. Las autoridades de ese Estado prometen instalaciones a precio de saldo e incentivos fiscales si la Bolsa cruza el río Hudson y se establece en su orilla. No hay cifras concretas, pero es un canto de sirena que el presidente de la Bolsa, Richard Grasso, ha reconocido como "muy atractivo".

Pero esto sería un duro golpe para la imagen de Manhattan como centro mundial de las finanzas, y pocos creen que se pueda llegar a este extremo. Sin embargo, los portavoces del NYSE repiten una y otra vez que "todas las opciones siguen abiertas, y nosotros no nos inclinamos por ninguna en concreto". Es decir, que sin reconocerlo abiertamente juegan la carta de un cierto chantaje. Si la ciudad y el Estado de Nueva York desean tan fervientemente que el NYSE se quede en Manhattan, que paguen. Ésa es, en resumen, la postura de Grasso y su equipo.

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