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Una retrospectiva recupera la obra de Javier Ciga, uno de los grandes pintores navarros

Fue uno de los grandes artistas de Navarra de finales del XIX y comienzos del siglo XX. Pero la rebelión franquista sólo vio en él al nacionalista vasco. Detenido en 1937 y encarcelado durante dos años hasta el fin de la guerra civil, cuando Javier Ciga (1877-1960) salió en libertad ya no era el mismo. "Tiró la toalla. En realidad ya no pintó más después de aquel sufrimiento", según su hija Mari Cruz. Una retrospectiva abierta ayer en Pamplona reúne 29 de sus mejores lienzos.

La muestra rescata la memoria y el talento del pintor pamplonés para las nuevas generaciones. El comisario de la exposición, Gregorio Díaz de Ereño, destacó el interés por recuperar "la figura de un mito para Navarra mal valorado en el ámbito peninsular". "Ciga es un artista fundamental que, aunque tardó en viajar a estudiar a Madrid, muestra el reflejo de una persona que busca conocer lo que se está realizando en ciudades como París, en la que pasó algunas temporadas en una época en la que había una actividad artística frenética", agregó el comisario. La extraordinaria figuración impresionista de Ciga y su afición al género costumbrista muestran las claras influencias de Velázquez y Zurbarán en su obra, como recordó ayer Díaz de Ereño. Ciga triunfó en París en 1914 con el cuadro Aldeanos vascos, después titulado Mercado de Elizondo, presente en la exposición, y alternó el género histórico y los cuadros de ambientación rural realizados con técnica impresionista con otros en los que predominaba el dibujo clasicista. Sus escenas de taberna con aldeanos pamploneses bebiendo txakoli, los retratos, desnudos, bodegones y paisajes del norte de Navarra que ahora se muestran componen una completa visión de la evolución de su trabajo. Cárcel y dolor Años después, cuando ya se había reconocido en toda España su valía artística y siendo ya maestro de creadores como Fructuoso Orduna, Basiano, Aguirre o Pérez Torres, sus firmes convicciones ideológicas nacionalistas y la represión de los alzados en armas contra la legalidad republicana truncaron bruscamente su carrera. La cárcel y el dolor acabaron no sólo con él, sino con todo "un proyecto de libertad artística", en palabras de Díaz de Ereño. Mari Cruz Ciga criticó ayer en la presentación de la muestra la actitud de particulares e instituciones que se han negado a ceder algunas de las obras de su padre para la exposición. Así, señaló desconocer las verdaderas razones que han conducido a la dirección del Museo de Navarra a negar la cesión temporal del cuadro Viático en el Baztán, uno de los principales de la obra de Ciga. De igual forma, la hija del artista aludió al expolio que muchos de los cuadros de su padre han sufrido a lo largo del siglo, auspiciado por el desinterés institucional hacia la figura de un autor ahora enormemente valorado. "En Aralar había cinco grandes lienzos. Hace muchos años, el Arzobispado los cedió al Gobierno de Navarra porque no tenían dinero para restaurarlos. Pues bien, hoy es el día en que nadie sabe dónde están aquellos cuadros. Si se los llevó el obrero que los descolgó o qué pasó. Lo cierto es que no se sabe dónde acabaron", indicó Mari Cruz Ciga. De su padre recalcó que, pese a todo, "nunca tuvo ningún rencor por nadie; era un idealista nato y no claudicó nunca". Los 29 cuadros permanecerán hasta el 13 de diciembre en el Centro Cultural Castillo de Maya (Castillo de Maya, 39), que la Caja de Ahorros de Navarra tiene en Pamplona. Dos días después, y hasta el 10 de enero de 1999, las mismas obras se expondrán en la sala Juan Bravo de Madrid, propiedad de la misma entidad bancaria.

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