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Los mandos del sargento Miravete no detectaron su adicción al alcohol

Los mandos del sargento primero Juan Carlos Miravete no detectaron su adicción al alcohol ni pensaron que pudiera sufrir esta patología. Fue la opinión unánime que ayer expusieron ante el tribunal que desde el pasado lunes juzga al suboficial en Barcelona por la muerte del cabo Samuel Ferrer. El joven murió tras dispararle Miravete un balazo en el pecho cuando se encontraban en la cantina del destacamento de Candanchú (Huesca) la madrugada del 19 de abril de 1997.

El coronel Manuel Lozano Labarga -responsable desde septiembre de 1994 de la Escuela Militar de Montaña de Jaca, de la que dependía el destacamento de Candanchú- explicó al tribunal que en la hoja de calificación personal que se realiza cada año a los mandos militares no se apreció el alcoholismo de Miravete, ni por sus mandos superiores, ni por los servicios médicos de la unidad.La defensa del sargento preguntó si el coronel conocía que, en mismo destino de Candanchú, Miravete estuvo involucrado en cuatro incidentes motivados por su ingesta de alcohol, según certificaron los médicos, pero el testigo respondió negativamente. Al coronel, según dijo, sólo le constaba un arresto de Miravete por una falta disciplinaria ajena al alcohol.

Esa hoja de calificación la realiza el inmediato superior de mando y se remite a la cúpula militar para ser tenida en cuenta en los ascensos. El coronel sí relató que los soldados veteranos le dijeron que en alguna celebración en el cuartel habían visto consumir alcohol al sargento.

Más claro fue el entonces teniente Jaime Ruiz Alonos, jefe accidental del destacamento de Candanchú y hoy capitán. "Jamás, nunca, tuve una queja porque Miravete bebiera", explicó. Lo mismo que el subteniente Rogelio Arenas, el jefe de seguridad de la Escuela de Jaca que ordenó la detención del sargento, si bien admitió que "Miravete estaba borracho" cuando fue a verle tras los hechos . De ahí que le dijera, tras unas palabras irreproducibles, "Mira, Miravete, métete en la ducha y acuéstate".

En otro momento de su declaración, el coronel Lozano atribuyó a "una decisión política" su relevo al frente de la unidad de Jaca el 29 de abril de 1997, diez días de la muerte de Samuel Ferrer. "Ese destino es una facultad del ministro de Defensa y no se me dio ninguna explicación", puntualizó.

La defensa del sargento intentó relacionar ese cese con una posible responsabilidad del coronel en los hechos, pero el testigo fue muy claro. "Se hubiera tenido alguna responsabilidad se me hubiera sancionado, y no fue así". Lozano está actualmente en la reserva.

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Peor suerte corrió el sargento primero Luis del Río Gutiérrez, responsable de la seguridad de Candanchú cuando ocurrieron los hechos, que todavía tiene pendiente de resolución un expediente administrativo, después de que el juzgado militar archivara unas diligencias abiertas por lo ocurrido.

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